Los hechos que éste día me atrevo a recordar y narrar, sucedieron en mi querida tierra de Guamúchil Sinaloa, hace algunos ayeres.
Data mi breve historietilla con sabor anecdótico, de principios de la década de los años 80s, cuando nuestro siempre querido y bello pueblo, contaba apenas con poco menos de 20 años de haberse constituido en el municipio de Salvador Alvarado; El número 17 para ser más exactos.
Aunque no serán pocos los que al leer el texto, ubiquen a los actores principales que dieron vida al TEMA, en ésta ocasión me abstendré de ofrecer los santos y señas de dichos personajes.
Por razones obvias, no quisiera herir susceptibilidades ni caer en algún tipo de confrontación con los protagonistas, por lo que procedo a ofrecer el testimonio, recogido eso sí, de primera mano, aunque guardado hasta hoy en el baúl de mis recuerdos.
El actor principal del evento de marras, fue un reconocido personaje de la vida pública; Político y profesionista destacado y apreciado por muchos sinaloenses; Es también, hay que remarcarlo, un hombre de letras; Escritor, catedrático, poeta, investigador, y con un importante nivel cultural.
Originario por supuesto de Guamúchil Sinaloa, e hijo de un hombre que vivió interesantes días de gloria política, gracias al liderazgo que siempre ejerció en las filas de uno de los tres sectores del PRI.
Sobra decir, que, el hombre de la historia, fue sobresaliente en sus estudios, inteligente, audaz y habilidoso para resolver los problemas sociales que se generaban en el Estado.
Esas cualidades, pero sobre todo, gracias al apoyo de su padre, el personaje de mi historia logró colocarse como un alto funcionario en una de las áreas más importantes del gabinete.
Joven aún, fue nombrado Director de gobernación en la administración pública del Estado de Sinaloa.
Y es aquí donde la puerca tuerce el rabo, y se inicia “la tramoya”, toda vez, que, como se acostumbra, los abrazos y los festejos de los múltiples amigos que ya tenía, más los que se le acumularon con el encargo oficial recibido, provocaron que la embarcación que apenas elevaba anclas, hiciera olas.
Y es que abrumado por sus amistades, y de paso, motivado quizá por la necesidad de regar de “orejas” el territorio sinaloense en aras de contar con la mejor y más pronta información de las cosas que pudieran ocurrir en el entorno político, el director de gobernación dotó de “poderosas charolas” no solo a sus múltiples amigos, sino a algunos camaradas de éstos.
Pero, nada malo habría ocurrido, si los “encharolados”, le hubieran dado un uso correcto y discreto uso a las credenciales, sin embargo, las cosas fueron muy distintas.
Los chirridos de llantas de los carros se dejaron sentir por todos los rincones de Guamúchil, retando y espantando policías de tránsito y municipales.
Los prepotentes, empezaron a lucir su pistola en la cintura, mientras que los más discretos, que desde luego eran los menos, colocaban su arma en la guantera de sus carros.
Los vehículos americanos sin placas, pero portando cartulinas y credenciales de gobernación en el parabrisas, fue otro de los eventos que en Guamúchil muchos pudimos observar.
Pero como todo tiene su límite, ocurrió lo que obligadamente tenía que ocurrir… La impunidad de los presuntos agentes de inteligencia, se convirtió en un escándalo público, ya que también ellos, nombraron sus propios “asistentes”.
El mitote del pueblo trascendió a las esferas del gobierno estatal y federal, desde donde se comisionaron autoridades competentes para investigar e imponer orden en los desmanes.
Y la bomba tronó; Llegaron agentes federales a Guamúchil y las carreras y detenciones de los “encharolados” no se hicieron esperar.
Debo comentar que de manera personal me tocó ser testigo de la detención de uno de los “ funcionarios piratas” más populares del pueblo alvaradense.
Ocurrió por la avenida Benito Juárez, entre Rosales y Zaragoza, exactamente frente a una famosa librería que ahí funcionaba.
En ese punto, los policías de la PGR habían detenido a uno de los que portaban la influyente credencial de gobierno.
Estaban los gendarmes introduciendo al individuo a un vehículo que hacía las veces de patrulla oficial, cuando repentinamente se escucha el chirriar de unas llantas de una camioneta, prácticamente cerrando el paso a los verdaderos oficiales.
Acto seguido, se baja el airado chofer, preguntando a los federales que era lo que estaba pasando, y exigiendo de manera enérgica, que le dijeran los motivos para el arresto de su aparente camarada.
¿Y a ti que te importa?… Tú quién eres, interrogó en tono molesto el comandante del operativo.
Agente de Gobernación cabrón, respondió con fuerte desplante el vecino de Guamúchil, al tiempo de mostrar su charola, con las típicas líneas tricolores.
Ahí las palabras fueron sustituidas por dos cachetadas y un fuerte empujón para el “agente” local, quien en cosa de segundos, quedó muy acurrucado y bastante serio al lado del otro “colega”.
“No sirven las charolas loco”, le dijo en tono discreto el acongojado “colega”.
“Pa´ eso me gustaba éste político cabrón, respondió el que pretendió ser un solidario defensor, pero que solo logró evidenciarse ante los inspectores.
Acto seguido, el carro- patrulla de los federales salió a toda velocidad, pero antes se escuchó el grito de uno de los arrestados; “Avísenle a la raza que las “charolas valen “v”…. plebes.
LA METÁFORA.- En la política no todo lo que se dice, se promete y se ofrece, necesariamente tendría que ser real.
La mentira pulula, y los afectos cambian de ritmo y rumbo en el momento menos esperado entre la fauna que habita ese escabroso mundo.
Creo por tanto, que si el hoy ex alcalde de Culiacán Jesús Estrada Ferreiro no hubiera depositado toda su Fe, su estricta confianza y su soñadora esperanza en el afecto y la amistad que parecía mantener con el Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, otro gallo le cantara.
Y es que sin duda, no se hubiera envalentonado tanto, ni habría ofendido de la manera tan grave y fuera de toda cordura política al gobernador del Estado Rubén Rocha Moya, al igual que a los Diputados del Congreso del Estado.
Pienso de manera personal, que a Estrada Ferreiro lo mareó quizá el poder. Un poder no tanto suyo, sino alentado por el que ostenta el Presidente de México.
Atacó y ofendió desde un supuesto, pero inexistente manto protector, lanzando lodo, diatriba y todo tipo de palabras agresivas, producto del rencor alentado por terceros, pero acumulado de manera personal.
El ex alcalde, dirigió sus balas de salva contra quienes veía como sus enemigos, más personales, que políticos… El error, se paga; y Estrada lo está pagando.
JESÚS ESTRADA FERREIRO NO PISARA LA CARCEL.
Me comenta por cierto un reconocido jurista, con nexos importantes en el poder judicial, que el alcalde desaforado Jesús Estrada Ferreiro, no pisará la cárcel, tal y como algunos lo han pronosticado.
La sensibilidad política, el humanismo y el Don de gentes que caracteriza al gobernador Rubén Rocha Moya, podría evitar que ello ocurra.
La segunda carpeta de investigación que el ex alcalde tiene pendiente descansa en el poder judicial, y podría resolverse en el transcurso de la semana que hoy inicia.
Recordemos, que la primera de las demandas, por el tema de las viudas de policías ya la resolvió el Congreso del Estado con la destitución del Alcalde, y la aprobación del dictamen para el inicio de pago a las demandantes.
La otra carpeta en trámite, es la que acusa al ex alcalde por el desempeño irregular de la función pública, misma que será resuelta en breve.
Y es en éste juicio, donde Jesús Estrada podía haber pisado la cárcel, sin embargo, de acuerdo a mis informes, todo parece indicar que las cosas no ocurrirán de esa manera.
Lo que sí podría ocurrir, sería la inhabilitación para que el alcalde ya desaforado, pueda desempeñar cargos públicos en los próximos años de su vida.
CONCLUSIÓN.- Mucho ojo; El poder suele ser efímero y perjudicial para quienes no lo saben asumir y administrar… Nos vemos enseguidita.
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