Las benditas mujeres que nos dieron vida

Dios nos llenó de bendiciones al originar la creación de nuestro mundo con la figura divina de este ser maravilloso.

Nada es más grande y venerado en nuestros tiempos.

Es la piedra toral en que descansa la familia.

Es el regazo donde encontramos la felicidad.

De niños nos sentimos protegidos y hallamos el consuelo siendo adultos.

La pureza de sus sentimientos invade cada uno de los rincones del hogar en que somos forjados y a medida que crecemos, su fortaleza nos es dada para enfrentar los retos que la vida nos ha de presentar en el futuro.

Para honrarla se fija un día del año y me parece injusto que ellas dedican su vida entera y les paguemos con la miseria de 24 horas.

Debemos vivir para ellas.

Su pedestal debe encontrarse en nuestra alma y que la luz de nuestros corazones sea el faro inagotable para amarlas.

Bendita seas madre mía al lado del señor y no tengo jamás dudas de que desde ese lugar sigues en tu tarea de protegerme.

Soy un viejo cargado de recuerdos.

El más sagrado el de mi madre.

Mi emoción embriaga el momento de tratar sobre la madre y es ella la que me inspira para bendecir a todas.

No pensemos que es un día especial el 10 de mayo, maravilloso es abrazarla a cada momento y gozar de sus ternuras.

No dejen pasar la oportunidad los bendecidos con contar con ella y háganla sentir como el maravilloso regalo que nos brindó nuestro señor.

Querida madre:

Cierro los ojos y me elevo para darte los millones de caricias que no supe darte cuando tenías la vida terrenal.

No necesito pedirte perdón.

Fuiste lo grande de mi vida y un día volveremos a encontrarnos.

Mujeres divinas y hermosas.

Eso son nuestras benditas madres.

FELICIDADES

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J. Humberto Cossío R.

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