La Suprema Corte de Justicia de la Nación, muy insultada por AMLO

El titular del poder ejecutivo es hombre habituado a la calle y sus modales jamás han sido exquisitos.

No es personaje respetado de academia y su lenguaje no es digno de lo que corresponde a un jefe de Estado.

La vulgaridad lo caracteriza y sus desajustes emocionales resultan muy evidentes y en ocasiones sus chistes no divierten ni a sus correligionarios.

Pero es el presidente de México y al parecer no tenemos la manera de atorarle y menos con la clase de oposición que nos tocó en suerte.

Se maneja con el billete en la mano y reparte lo ajeno entre los que considera sus iguales.

Es cosa muy seria que el país quede sin recursos en el 2024 y que la crisis le estalle a su sucesor en caso de que no se quede en calidad de Dictador.

Lo diré una y otra vez, que tiene todo para desaparecer los poderes y manejarse con la fuerza del Ejercito y la Marina.

No es cosa baladle su frase de “me canso ganso”.

Muchos confían en que el vecino gobierno del norte no permitirá que en sus barbas se imponga un régimen de absolutismo como el cubano, el de Venezuela o Nicaragua.

No comparto esa confianza.

Pero no quiero que siga un hombre intolerante, que nada muestra en el desempeño de su labor estadista y suple su falta de preparación, con actitudes populistas de bajo corte y utiliza el lenguaje de la descalificación para denigrar a los que no pensamos de su misma manera.

Voté en su contra y no me equivoqué en mis apreciaciones.

Me pregunto, una y otra vez, que hacer para corregir el error del 2018 y mi óptica no llega más lejos que de seguir ejerciendo mi voto y tratar de influir en otros para que sigan mi ejemplo.

Hasta ahí llego en relación a este mandatario.

Con la lampara de Diógenes busco en la oscuridad de mi entorno político nacional, hombre o mujer capaz de enfrentar la tarea de parar en seco a los desmanes de la cuarta transformación.

La decepción me sigue llegando.

Mis cansados ojos no vislumbran una isleta confiable de personalidad y aunque no descanso en mi búsqueda, el tiempo sigue avanzando y la posibilidad no llega ante mi desesperada mirada.

Triste es reconocerlo y doloroso aceptarlo.

No hay líderes de tamaños para brincar al taste.

Pero la esperanza no muere en mi corazón y estoy pendiente para lo que resulte en la próxima elección presidencial.

Dividir con odios al País es la suprema meta de Andrés Manuel.

No quiero eso y detesto sus maneras.

Pero es la realidad en que vivimos.

Por desgracia para México.

Hasta mañana.

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/fax-del-fax/.

 

J. Humberto Cossío R.

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