La rentabilidad de Marco Antonio Osuna Moreno

La política es como la rueda de la fortuna, a veces abajo, y a veces arriba. Así como también une y separa.

El capital político personal se basa en la idea fundamental de ser “conocido y reconocido”, gracias a la posesión de notoriedad y de popularidad por tener cierto número de cualidades específicas propias.

El origen primigenio de este tipo de capital mezcla cuestiones de carácter biológico con otras que se producen por una suerte de ósmosis del entorno social donde crece el individuo.

En su desarrollo, puede configurarse en primer término un capital político personal de notable como consecuencia de una acumulación lenta y continua a lo largo de la vida, a través de la realización de actividades en diferentes dominios que suponen el acopio de experiencia.

AHH, pero, enseguida, puede tomarse en cuenta un capital político heroico o profético, en la línea weberiana de lo carismático, donde la potenciación de vínculos emocionales resulta ser el indicador decisivo.

Por el contrario, el capital delegado de una autoridad política es el producto de una transferencia limitada y provisional de un capital detentado y controlado por una institución y solo por ella. Por consiguiente, este capital al que haremos mención obedece a una lógica muy particular según la cual la investidura es un acto de carácter propiamente mágico por el que la institución consagra oficialmente al candidato oficial. La vinculación de este tipo de capital con la madurez institucional es evidente, de manera que en aquellas situaciones de indudable desinstitucionalización se registra una clara merma del mismo. Por el contrario, sistemas políticos altamente institucionalizados aportan niveles muy altos de capital por delegación, pudiendo paliar las deficiencias, si es que las hubiera, de capital político personal.

Esta distinción intuitiva, forzosamente complementaria, coincide de lleno con trabajos recientes en el campo de las neurociencias que defienden con una sólida evidencia empírica que toda competencia y pericia se basa en la conformación de moldes cognitivos generados en el cerebro.

El nativo del ejido “Treinta y Ocho”, sindicatura del nuevo municipio de Juan José Ríos, Marco Antonio Osuna Moreno, su capital político empírico está intacto, vigente y goza de buena reputación política y social. En pocas palabras, le cae como anillo al dedo al desempacado y nuevo municipio de nuestra entidad sinaloense, que es Juan José Ríos.

GOTITAS DE AGUA:

 

En mi muy particular punto de vista, Marco Osuna es un caballero que lleva un poco más de 35 años ejerciendo en la administración pública, que tiene oficio, personaje que conoce y que sabe tocar puertas, además a dicho municipio le ha gestionado como diputado un aproximado a los 200 millones entre calles pavimentadas, el dragado del arroyo capomos, una cancha deportiva con un costo de millones, 7 calles pavimentadas, una red de drenaje, el testimonio ahí está, Marco Osuna conoce el camino, sabe construir, sabe sumar, sabe consensar y seguramente de la mano del gobernador lo pudiera ver con buenos ojos, pero sobre todo, que pudiera sumar muchos votos al proyecto de la 4T, esto, si Morena lo considerara.

Un personaje que renunció al PRI debido a que no se le tomó en cuenta, al que fue relegado, provocando una profunda decepción personal, hombre cabal y de experiencia y formación política, y que será necesario para el reciente municipio, en donde podría ser el primer alcalde del naciente municipio de Juan José Ríos. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/sobre-el-camino/.

 

Benjamín Bojórquez Olea

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