En el pizarrón de Palacio Nacional continúa escrito el nombre del que vive en el rancho LA CHINGADA.
Han pasado tres meses, que se me hacen muy pocos, para que Claudia Sheinbaum dé el manotazo para esfumar esa presencia.
Lázaro Cárdenas del Río tardó más de un año en sacudirse a Plutarco Elías Calles que lo escogió para la presidencia de México.
Es grosero lo que hacen algunos gobernadores a Claudia Sheinbaum y quizá no tengan bien medido lo que les pueda suceder a mediano plazo.
Los legisladores federales parecen obedecer las órdenes del presidente anterior y se olvidan de la señora Claudia.
Es muy notorio que funcionan ambas cámaras con el chip grabado de Andrés Manuel López Obrador.
Que benefician a Claudia Sheinbaum, es cierto, pero es muy penoso que los medios nacionales y extranjeros desnuden a diputados y senadores, señalándolos como viles instrumentos del anterior mandatario.
Sigo insistiendo que Claudia Sheinbaum impondrá su estilo y personalidad.
Llegado el momento, hará trizas al que la hizo candidata y luego presidente de nuestro país.
Le puede tener agradecimiento y mostrarlo por un tiempo, pero luego querrá imponer su propio estilo y es ahí donde las calabazas se desacomodan y caen.
No me siento incómodo hasta el momento con la señora Sheinbaum. Siento pena por lo que se dice de ella y lo que se le viene encima al tomar posesión Donald Trump en los Estados Unidos de Norteamérica.
Andrés Manuel López Obrador chupó faros por dos años en sus relaciones con el que ahora vuelve a la presidencia de nuestros vecinos.
Tuvo la suerte el tabasqueño que Trump perdiera ante Joe Biden y se manejó con libertades desde entonces.
La señora Sheinbaum lo soportará por cuatro años y quién sabe cuántas maldades tendrá que aguantar para no ser reventada por el mandatario gringo.
La llegada del embajador antiterrorista es el color del primer listón que anuncia para México.
Su especialidad es la destrucción de los grupos que consideran que son un peligro real para su nación.
Para nada gusta de abrazar a la gente.
Apretará las partes nobles a nuestros funcionarios para que cumplan destrozando a los delincuentes que considere son terroristas.
Sigo sosteniendo que Claudia Sheinbaum se dará tiempo para desenredar la madeja que le heredó su mentor.
Pero llegado el momento le ha de patear el trasero e imponer sus propias reglas y dejar de heredero al que se le venga en gana.
Bastantes dolores de cabeza en el trato con Trump y de pilón el yugo del dueño del complejo LA CHINGADA.
Digo complejo, por no ser un ranchito, sino un pueblo inmenso cuyos terrenos no son de otro que no sea el peje lagarto.
En un año sacará las garras la tigresa de Palacio Nacional.
O quizá antes.
Hasta mañana.
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