El mayor éxito del gobierno de Andrés Manuel López Obrador es compartir con su pueblo el dinero que hay a su disposición en las arcas oficiales y lo que llega en lo oscurito por
las grandes obras que se construyen.
Los priistas, que gobernaron por tanto tiempo, solo pensaron en ellos mismos y se embolsaron toda la lana que tuvieron a su alcance
Lázaro Cárdenas del Río repartió tierras de los grandes latifundios y convirtió a México en el más grande campo agrícola propiedad de los pobres.
Expropió los pozos petroleros de las manos de los extranjeros y es un referendo de los grandes hombres de nuestro tiempo.
Manuel Ávila Camacho fue su relevo y ni fu ni fa. Su hermano Maximino fue la figura relevante y hasta ahí la cuestión.
Comienzan los grandes saqueos del erario.
Miguel Alemán valdes tuvo a su alcance muchos miles de millones de dólares que le fueron concedidos en apoyo al desarrollo de nuestro País por nuestros vecinos del norte y con este hombre comienza la grandeza de México.
Muchos caminos y presas se abrieron y la agricultura y la industria florecieron grandemente.
Dicen que robó para que jamás su familia y sus descendientes tuvieran apuros económicos y logró su cometido.
Jamás repartió un centavo entre las familias pobres de nuestro
querido País.
Lo siguió Don Adolfo Ruiz Cortínez y tampoco hizo reparto entre las clases necesitadas. Se le veía muy austero, pero dicen que la esposa era una verdadera gallaza en materia de allegarse fondos del erario.
Llegó Adolfo López Mateos y aunque era un hombre muy carismático no se le conoció que compartiera el erario con la pobreza.
Llega Gustavo Díaz Ordaz y será recordado por los acontecimientos de 1968 y por las olimpiadas que se organizaron en su mandato.
Es todo lo que puedo decir de Don Gustavo.
De Luís Echeverria Álvarez se han dicho muchas cosas tontas. Sin embargo, puede que sea el que haya repartido los fondos públicos entre bastantes grupos de la clase necesitada de sus tiempos.
Llega el desmadre con José López Portillo.
Su familia entera se llenó de inmensas fortunas y su mujer fue un desmadre conocido por la clase política de todo México.
La clase política se enriqueció al serles soltadas las manos y uñas para que deshicieran el erario.
Siguió Miguel de la Madrid con arcas totalmente vacías y una inflación de espanto que no le permitió realizar nada fuera de lo común en obras, y tampoco tuvo a su alcance el tesoro de Alí Babá que se lo llevó la anterior administración.
Nada tuvo para repartir y poco se llevó en sus bolsillos.
Carlos salinas era un diablo y lo sigue siendo.
Acabó con lo que encontró y jamás hizo reparto con nadie fuera de sus más allegados colaboradores y familiares.
Saqueó lo que pudo y lo conserva hasta la fecha.
Zedillo Ponce de León no pinto durante su mandato y tampoco fue repartidor de dinero entre los pobres. No se fue inmensamente millonario, pero tampoco dejó de llevarse lo que pudo.
Su mejor momento lo tuvo al final de su mandato, al reconocerle el día de la elección el triunfo al panista Vicente Fox Quesada y dejar por fuera al priista Francisco Labastida Ochoa.
No creemos que Chente haya sido tan ratero y no podemos decir lo mismo de su esposa Martha Sahagún que dicen fue la gran changadora del sexenio.
Siguió Felipe Calderón Hinojosa al que considero un hombre bueno y muy odiado del presidente Andrés Manuel por haberle arrebatado el triunfo.
Enrique Peña Nieto nos dejó en calzones y jamás hizo reparto entre los pobres. Junto a la gaviota dejaron temblando el tesoro público.
Por eso insisto.
Andrés Manuel nos seguirá jodiendo en urnas, porque sabe repartir el queso entre los millones de ratones pobres que vivimos en México.
Es una razón que no tiene comparación.
Hasta mañana.
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