Hay límites…

Estimado lector, cuando miro aquellos ríos interminables de mexicanos jóvenes, en su mayoría provenientes de estratos sociales medios y bajos, se me entremezclan en el cuerpo la alegría y la tristeza.

Alegría por verlos reclamando para sí la voz y el espacio público; alegría por verlos activos e indignados frente a este país nuestro tan injusto y tan capaz, por ello mismo de indignarnos a tantos. Tristeza también, pues al mismo tiempo no podía dejar de preguntarme: ¿a dónde van, qué opciones tienen?

Si estamos ante una crisis de civilización y necesitamos, por tanto, una “transformación civilizatoria”, un cambio total de paradigma, todo aquello que descentraliza, localiza, vuelve horizontal y empodera a la sociedad debe ser difundida.

Los sueños profesionales de los jóvenes en México han cambiado considerablemente en los últimos años. Su prioridad ya no es ser arquitectos, abogados, médicos, administradores e ingenieros. O ser empresarios y comerciantes con negocios propios. Los oficios están a la baja.

De acuerdo con un estudio por Remitly (noviembre 2022) proveedor de servicios financieros digitales para inmigrantes y sus familias, el trabajo ideal ha cambiado radicalmente. Los jóvenes a nivel mundial escogerían ser pilotos aviadores, seguidos de escritores y bailarines.

Pero los resultados en América Latina muestran una tendencia diferente. En México, Perú, Bolivia, Chile y Uruguay el trabajo ideal es ser youtuber.

En Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Argentina, Paraguay, Venezuela, Colombia, Ecuador y República Dominicana la primera opción es ser influencer.

Solamente los jóvenes brasileños tienen como prioridad ser empresarios.

En Europa, la aspiración predominante es ser escritor, añadiendo pilotos, abogados y programadores.

En Asia también hay escritores, nutricionistas, youtubers, maestros y hasta poetas en muchos países árabes.

¿Por qué los jóvenes mexicanos quieren ser youtubers?

El estudio es claro y preciso. Con la educación y las recompensas financieras que vienen con millones de visitas y seguidores, es comprensible que ésta haya resultado ser una carrera de ensueño en el estudio, a pesar del hecho de que la creación de contenido para las masas es difícil de sobresalir. “Quieren altas recompensas con mínimo esfuerzo”.

Muchos jóvenes piensan que si no existen en las redes sociales, no existen en realidad. Han caído en la trampa de que la vida es aquello que sucede en el mundo virtual. El gran filósofo semiólogo Umberto Eco, unos meses antes de morir, dijo: “Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad.

Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. “Es la invasión de los idiotas”.

GOTITAS DE AGUA:

 

México necesita verdaderos influencers, pero no como aquellos que bailan, hacen retos insulsos o que se sienten expertos por haber visto una publicación en twitter o una tutoría en You Tube.

Necesita jóvenes que influencien a sus comunidades para el bien del conocimiento, para el bien del país. Que sean íntegros haciendo lo correcto, aunque nadie los esté viendo. Estoy realmente convencido de que, cuando menos lo esperen, la vida los recompensará. Que el dinero, el poder y el respeto sean la consecuencia de hacer su trabajo en forma excelente, no la meta. Que los únicos “likes” que necesiten sea de las personas que aman y los aman de regreso, no de una masa acéfala de desconocidos. Si esto sucede, México y sus jóvenes serán seguramente una potencia mundial.

No hay empleo digno ni productivo suficiente al final de la escuela. Las aulas en las que están o las que aspiran a ingresar no son, con poquísimas excepciones, espacios que los equipen para ser libres, para ser ciudadanos, para montar una empresa para innovar, descubrir o para conseguir alguno de los pocos empleos buenos disponibles. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/sobre-el-camino/.

 

Benjamín Bojórquez Olea

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