Escribiré de un 27 de octubre de 1858 y del 6 de enero de 1919

Corresponden al nacimiento y muerte de Theodore Roosevelt, ni más ni menos que el vigésimo sexto presidente de los Estados Unidos de Norte América.

Un gran estadista y proclamaba el bien común.

Quizá el primer hombre de izquierda de nuestros vecinos.

Asistió a Harvard ya que era hijo de familias acaudaladas de origen neerlandés y fue escritor e historiador reconocido.

Hombre de palabra ruda y muy elocuente que llegaba hasta el tuétano de los que lo escuchaban.

Vaquero en el lejano oeste, cazador experimentado, militar de los de a deveras que empuñaba las armas y se ponía al frente de su regimiento.

Fue baleado en campaña y aun así asistió a dar un discurso en una asamblea que duró más de una hora y sin atención médica.

Participó en una expedición para navegar un río desconocido en Brasil que ahora lleva su nombre.

Cazador en las tierras africanas.

Metió en cintura a los industriales de la carne, que empacaban los productos en condiciones altamente insalubres y dio pábulo para que las cosas se hicieran con la higiene que hasta la fecha conocemos.

De ahí viene la modernidad de las empresas de Chuy Vizcarra que tanto dinero le han producido.

Fue un hombre progresista y honorable.

Su familia fue reconocida como ejemplar y perdió a uno de sus hijos en combate como piloto aéreo.

No tenía tiempo para rendirse. Cuentan que la única forma en que la muerte pudo derrotarlo es cuando estuviera durmiendo y así sucedió.

Un presidente que jamás será olvidado.

Cualidades:

Honorable.

Infatigable.

Buscaba el bien común de sus gobernados.

Muy querido por sus paisanos.

Con hijos honorables y servidores de su patria.

Ninguno de ellos buscaba socios para hacer negocios con el gobierno.

Nunca durmió en la cama de Abraham Lincoln.

No se creía George Washington-

No traía en la cartera 200 pesos sin gastarlos.

Sus declaraciones de impuestos estaban a la vista.

Siempre tuvo trabajos productivos.

No rifaba aviones.

No tenía hospitales de Dinamarca.

Tampoco se bajaba los pantalones cuando le gritaba Donald Trump.

La seguridad en sus tiempos era excelente.

No le gustaban las pendejadas mañaneras.

Hasta mañana.

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/fax-del-fax/.

 

J. Humberto Cossío R.

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