No es ruidoso y tampoco escuchamos su tic- tac.
Simplemente lo traemos cual si fuera un chip que Dios nos hubiera implantado y que en el momento preciso para sus manecillas.
Escuchamos con frecuencia decir que se nos adelantó, en referencia que nosotros seguimos en la brega y otros abandonaron la lucha.
Todos nacemos con nuestro reloj de vida.
Algunos dejan de funcionar a los pocos minutos de salir del vientre.
Debemos aprovechar cada segundo para tratar de trascender de la mejor manera y dejar una herencia cargada de positivismo.
Admiro a los inteligentes, envidio a los prudentes y escucho con mucha atención las expresiones sabias.
No me considero un tonto, pero la imprudencia y beligerancia me marcaron frente a otros sin que la sangre llegara al río.
Disfruto la taza de café en compañía de mis compañeros de aficiones.
Gozo extraordinariamente cuando alguien destaca y nos pone la muestra.
Vivir es un reto a la muerte.
La huesuda nos persigue con su guadaña y nos corresponde eludirla hasta que no haya lugar para escondernos.
Lo repetiré una y otra vez que lo maravilloso de mi vida estuvo hasta los 35 años y de ahí en delante me di cuenta que caminaba en bajada.
Quizá otros jamás se dan cuenta de ello.
Los considero personas de excelencia y festejo que sigan su camino sin tener que meter los tacones para frenar.
Sueño con mucha frecuencia a los que abandonaron la lucha y que formaron parte de mi vida.
Sueño a mis padres que hace mucho tiempo dejaron de existir y a los que cada día que pasa los añoro y venero.
Mi primer compañero de infancia se llamaba Rodolfo Aragón y murió practicando lo que más le gustaba que era trampear los carros y pasearse.
Un maloso, de los que existen para mal de la humanidad, se dio cuenta que Rodolfo iba en la parte trasera de su camioneta y frenó una y otra vez, hasta lograr tumbarlo y por desgracia se fracturo el cráneo mi gran amigo.
Su reloj se detuvo a las horas del accidente.
Nunca supe si detuvieron al desgraciado que lo mató.
Muchos amigos de mis mejores tiempos ya no están saboreando las mieles de la vida o sufriendo penas en su caso.
Se fueron al dejar de funcionar su reloj y ser alcanzados por la guadaña de esa dama que es puros huesos.
Llevo una carga en mi conciencia por haber deseado con todo mi corazón la muerte de dos personas y que se hayan cumplidos mis deseos.
¿Fue coincidencia que su relojes hubieran parado?
No lo sé, pero así se dieron las cosas.
Habrá quien me juzgue en su momento.
Pero es carga que llevo conmigo.
Hasta mañana.
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