El recuento del cuento

La madrugada del pasado jueves 21 de Marzo llegó cargada de violencia, terror, e incertidumbre para varias familias culiacanenses.

Comandos de hombres fuertemente armados, irrumpieron en sus hogares y los arrancaron de sus sueños para trasladarlos a bordo de sus vehículos hacia lugares desconocidos, y hacerlos padecer, una amarga y traumática experiencia de vida.

En pocos minutos, se informa por todos los medios que en comunidades rurales y colonias populares de Culiacán se estaba generando una especie de “MULTILEVANTON”, y que los delincuentes no excluían de su acción a las mujeres, jovencitas, niños y niñas.

En esos momentos, tras conocerse que los levantones se estaban dando en distintos puntos de la geografía municipal, y que, de manera inconcebible, hasta los niños eran parte del objetivo criminal.

El miedo permeó a toda una comunidad “Culichi”, que no alcanzaba a comprender lo que estaba sucediendo.

Pronto observamos que en torno a los hechos se empezó a generar una guerra de datos respecto al número de levantados.

Unos decían que el número de afectados estaba cerca de las 70 personas, cantidad que chocaba frente a lo que indicaban los datos oficiales, que desde luego eran mucho menores, ya que estos se referían solo a las denuncias presentadas ante la Fiscalía Estatal, hasta esos momentos.

Mientras ello se discutía, la gente se empezaba a preguntar si nos tendríamos que preparar para experimentar el tercer Culiacanazo.

Era la pregunta que corría de boca en boca entre la gente de nuestra ciudad capital, dejando en claro que los famosos y polémicos culiacanazos calaron hondo y no se olvidan.

Lo interesante de las cosas, es que, no obstante el impacto emocional que los hechos estaban generando, entre los habitantes de Culiacán la movilidad social siguió su curso normal.

¿Sera que los sinaloenses nos hemos acostumbrado a vivir y experimentar con normalidad los escándalos y balaceras, al grado de perder hasta el miedo a ser una víctima colateral de los hechos violentos?.

¿O podría ser, que los sinaloenses le hacemos honor al viejo adagio que reza aquello de que; El que nada debe nada teme, aunque en este caso, el temor se agudizaba, por entender que, si los niños nada deben y por ende nada tienen que temer, por qué entonces los grupos armados los incluyeron en los levantones?.

Esa era la preocupación, y gran pregunta que la ciudadanía se planteaba, a la que nadie le encuentra sentido ni respuesta hasta este día.

Otra posible explicación que tendría la pregunta respecto a la manera en que la gente de Culiacán habíamos absorbido la noticia de los Multilevantones, sería, la confianza y credibilidad en la información del gobierno estatal, en el sentido de que las cosas estaban bajo control, y que pronto las fuerzas de seguridad reestablecerían el orden público.

De cualquier manera, e independientemente de la forma en que la ciudadanía asumió el efecto de la crisis de inseguridad generada a partir de esa madrugada, lo más importante es que a primeras horas del sábado 23 de marzo, se informó del regreso paulatino de los afectados por los levantones a sus hogares.

Tras conocerse la liberación de las primeras familias, el ánimo y la tranquilidad de la ciudadanía culiacanense se había empezado a recuperar, dando paso enseguida, a las especulaciones respecto al motivo por el que los grupos delictivos habían decidido liberar a parte importante de sus rehenes.

Las opiniones de algunas personas, dejaban entrever la posibilidad de que los grupos criminales siguen respetando la vida de los inocentes y que, en efecto, quien nada debe, nada tiene que temer.

Otros orientan sus interrogantes para tratar de saber si el regreso de las familias afectadas a sus domicilios, tiene su origen en un posible pacto de paz acordado entre los grupos antagónicos de las bandas delincuenciales en disputa.

Otras voces adjudican la liberación de los rehenes, a los 600 elementos de las fuerzas especiales del ejército Mexicano que vinieron a reforzar la investigación y liberación de las víctimas de la violencia.

Lo cierto de las cosas, es que, independientemente de la liberación hasta el momento de 59 de los 66 secuestrados, la gente no dejará de exigir de manera enérgica a las autoridades correspondientes, las garantías de seguridad suficientes e indispensables de seguridad…Esa garantía es por supuesto, irrenunciable.

Con, o sin el refuerzo de las fuerzas especiales del Ejército y La Marina, los sinaloenses, ya no piden, sino exigen vivir en paz.

Por lo pronto, sea cual fuere la manera en que las cosas se dieron en el caso de los multilevantones, lo más relevante y aplaudido por la ciudadanía es el hecho de que hubieran sido liberados las niñas, niños, y las mujeres.

Y es que esa acción, se podría interpretar como un mensaje de los grupos delincuenciales, en el sentido de que las mujeres, niñas y niños, deben quedar fuera de las líneas de fuego que provoquen las pugnas entre bandas rivales, y ello, para las familias sinaloenses es muy relevante.

Un mensaje muy relevante y alentador para las mujeres, niñas y niños, pero no para los Soldados y Policías.

Y es que apenas la madrugada de este domingo, las ráfagas de metralleta volvieron a sonar, para cobrar la vida de un Agente de la Guardia Nacional y al parecer dos heridos, presuntamente de la misma corporación.

Así las cosas, creo que hablar del FIN DEL CUENTO, seria utópico, ya que la guerra entre grupos del crimen organizado, para desgracia de todos, sigue su trágica marcha día con día y hora tras hora…De tal modo que este pareciera ser, UN CUENTO SIN RECUENTO.

Así se encuentran las cosas en Culiacán, en donde los delincuentes, por un lado le avientan al gobierno con los “levantados”, mientras por otro rumbo, lo que les avientan son balas mortales… Nos veremos en seguidita.

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/punta-de-lanza/.

 

Armando Ojeda
Armando Ojeda

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