Una revisión simple en las redes sociales nos lleva a un hecho irrefutable: sobre el asesinato de Héctor Melesio Cuén Ojeda, el pueblo sentenció que fueron el narco Rocha y el chaquetas Inzunza.
Es una convicción social demoledora y de elemental sentido común.
Se tienen razones de sobra, y comentaremos algunas que son ampliamente conocidas.
Comencemos refutando el montaje de la fiscalía de injusticia de que el asesinato de Cuén fue “un intento de asalto”.
De locos, porque los “rateros” fueron por Héctor Melesio -que iba de copiloto- y no por el chofer.
Le pegaron cuatro balazos al maestro, en la femoral, y se fueron sin llevarse la camioneta.
Sobra con eso para desmentir la versión oficial ordenada por el gobernador.
Los apuros del gobierno para rechazar que fueron a matarlo desnudan lo que todos sabemos: fue un crimen de Estado.
Otro hecho similar sirve para reforzar que fueron a matarlo, no a quitarle la camioneta.
El pasado miércoles 19 de junio fue asesinado el promotor deportivo Dagoberto Borrego.
Al salir de una estética, le pegaron varios balazos… ¡en la femoral!
Logró subirse a su camioneta, llegó a una clínica privada y falleció minutos después.
Los antecedentes son tremendamente contundentes, con un gobernador al que pinocho le da bola.
Durante más de año y medio, Rubén Rocha Moya, el Congreso, la fiscalía, la auditoría estatal y el poder judicial local han atacado sin descanso a todos los que considera adversarios.
Que no tiene nada que ver en esto y que la persecución no existe, repite a cada rato el “yo no fui”.
Delitos inventados contra sus adversarios y complicidad con los amigos corruptos, con mentiras que por su número parecen buscar una medalla olímpica de oro.
Una y otra vez mintieron el ejecutivo y sus compinches sobre los amparos a favor de la UAS.
Sus amores locos por el chaquetas Enrique Inzunza y por el violín Juan de Dios Gámez lo llevaron al engaño muy repetido de que las denuncias en su contra por corrupción y delitos sexuales “no existen”.
Uno de los operadores principales del Partido Sinaloense fue levantado, y Rocha acusó de inmediato que fue un montaje de sus adversarios.
Videos revelaron la participación de la policía municipal, y luego se acreditó que el hoy expasista fue amenazado y doblado; hoy anda con su familia en París, disfrutando las olimpiadas.
Arnoldo Valle, jefe de prensa de la UAS, fue perseguido por lo menos en cuatro vehículos y una motocicleta, y le dispararon varios balazos.
El “yo no fui” acusó que fue un “auto atentado”, pero Carmen Aristegui acaba de compartirnos videos que revelan el ataque masivo con varios agresores portando ametralladoras y disparando.
Los hechos nos dicen que Rubén Rocha ordenó levantar y amenazar adversarios.
Son hechos demostrados, y por eso el pueblo que de verdad es bueno lo señala como responsable del atentado contra Valle y del asesinato de Cuén Ojeda.
Que seguirá lavándose las manos alegando que no tiene nada que ver, ya lo sabemos.
Una y otra vez, a pesar de resoluciones judiciales, documentos oficiales y videos, Rocha sigue con la farsa de sus otros datos; y no tiene llenadera.
Al interior de la UAS y del PAS hay quienes comienzan a recomendar que es mejor doblarse ante el gobierno.
Refieren el proverbio popular de que vale más que digan aquí corrió que aquí murió.
“Reflexiones” impulsadas principalmente por lambiscones de Rocha, algunos abiertos y otros enmascarados.
Un gravísimo error sería ceder ante las ambiciones del narco gobernador.
Hay que ser ingenios para creer que aflojaría las persecuciones.
Si le dan el poder, se hundirá la UAS a niveles peores que cuando don Rubén era rector y cómplice de gran número de vicios e ilegalidades.
Se va a saber.
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