Mis recuerdos de aquella tarde, pese a los años transcurridos siguen vivos en mi mente.
Aunque el tiempo transcurrido es importante, parece que fue ayer, como dice la romántica canción del gran compositor Yucateco Armando Manzanero.
Un embravecido perro me revolcó por el árido suelo de una calleja de mi pueblo, dejando a la postre, más secuelas de temor y respeto por los perros, que heridas en mi cuerpo.
Del feroz ataque me rescató un viejo vendedor de pan que por fortuna pasaba en ese momento por el lugar.
Con agilidad felina el micro empresario, bajó de su bicicleta y con el uso de un pedazo de madera logró que la fiera abandonara a quien esto relata… Gracias en el tiempo y la distancia señor panadero.
Hoy, cuando mi niñez ha quedado en el rincón de los ayeres, mi nueva edad me ha hecho entender que el perro agresor no fue el culpable, tal y como mis mayores supusieron en aquel entonces al momento de reclamar a los dueños del animal por el ataque.
La conclusión de mi exculpación perruna surge de una especie de autoanálisis realizado al nicho de mis recuerdos.
Y es que tras mi auscultación mental, fueron apareciendo los eventos, que ahora entiendo, provocaron la irritación y el posterior ataque del perro en contra de mi traviesa pero indefensa personita.
Era yo un inquieto mozalbete que pasaba varias veces al día frente al lugar en que el quisquilloso perro de una familia vecina permanecía encerrado en el cerco de una alambrada.
No faltaba ocasión en que el autor de ésta columna pasara frente al animal, sin que lo agrediera; Piedras, puñados de tierra y gritos retadores enfurecían al siempre rabioso guardián de aquella casa.
Pero un día, cansado y fastidiado de tanta agresión, el perro se olvidó de la mención honorífica que se le ha obsequiado de ser el mejor amigo del hombre.
“Del hombre quizá pudiera ser, pero de éste plebe jijuela rechingada no”, debió pensar el animal aquel día en que accidentalmente sus dueños dejaron la puerta de la alambrada abierta, y el agresor de hacía presente una vez más.
La narrativa del ataque ya fue descrita en breve síntesis, por lo que solo me resta destacar el impacto, las secuelas y las consecuencias que el ataque del perro ocasionó en el chamaco.
La realidad es que, tras la terrible y terrorífica revolcada perruna, obsequiosa ella de fieros gruñidos, arañadas y algunos mordiscos, originó un cambio radical y muy puntual en el ánimo y la actitud de aquel chamaco hoy convertido en hombre adulto.
Necesario es suscribirlo; Después del ataque, seguí pasando por mucho tiempo por donde estaba el perro encerrado.
La diferencia era que al comprobar la bravura y peligrosidad del fiero guardián de aquella casita de color blanca, mis ataques verbales se tornaron en amables, simpáticos, cariñosos, conciliadores, y amistosas.
Aquel niño, agresor permanente del bravo can había entendido que los ataques y retos no eran el mejor camino para mi integridad física y la sana convivencia entre ambas partes.
EL INFORME DE AMLO, Y EL ATAQUE DEL PERRO.
El pasado jueves 1 de septiembre de éste 2022, en la presentación de su cuarto informe de gobierno, el Presidente de México Andrés Manuel López Obrador, vino a recordarme la revolcada que el perro de mi pueblo me diera, como antes señalé, hace varios lustros.
Durante el “El cuarto de la cuarta”, como pudo haber sido nombrado al evento informativo de AMLO, la imagen de aquella película de mi vida, titulada “El niño, el Perro y el panadero” rebotó de nuevo en mi mente.
Fue ahí, en el discurso con olor a “la mañanera”, en que el mandatario nacional enunció otra vez los hechos y cifras de su gobierno, mi cerebro quemó cinta jalando al presente los hechos de marras ya narrados.
El cambio del discurso antes agresivo, aguerrido y retador de Andrés Manuel López Obrador hacia el gobierno de los Estados Unidos, se tornó manso y de amabilidad pura.
Moderado, conciliador y afectivo, nuestro Presidente presumió y leyó una carta que dijo le había enviado el mandatario gringo.
“Me envió una carta MI AMIGO JOE BIDEN” dijo en su informe el Presidente, al tiempo de citar parte de la misiva ante la audiencia nacional.
El texto de la presunta carta enviada por el jefe de la Casa Blanca de EEUU es el siguiente:
“El comercio bilateral, en bienes entre Estados Unidos y México ha alcanzado los 384 Mil Millones de dólares éste año, sobrepasando los niveles pre-pandemia, para alcanzar un récord histórico”.
Sobra decir, porque así se observó que AMLO leyó ese trozo de la carta, tratando mostrar su beneplácito.
Por su parte, en su mismo discurso informativo nuestro presidente destacó que con EEUU estamos TRABAJANDO JUNTOS, respetando nuestras soberanías y manteniendo una POLITICA DE BUENA VECINDAD.
Apenas el pasado 22 de julio, López Obrador aseguró que México no cederá en la controversia planteada por EEUU y Canadá contra la política energética en el marco del T-MEC.
“No vamos a ceder porque es un asunto de principios que tienen que ver con nuestra soberanía, expresó enjundioso el mandatario nacional.
Pero durante su informe el matiz del discurso se tornó menos agresivo y más conciliador, cuando dijo; MEXICO está considerado como uno de los Países del mundo con mayor potencial para invertir y hacer negocios; Sigue llegando la inversión extranjera”, arengó
Tras el discurso del cuarto informe, percibo que AMLO ha entendido, y creo que para beneplácito de los mexicanos, que pelearse con el gobierno estadounidense, principalmente en materia de política económica y migratoria, no es conveniente para México.
Es necesario y urgente, que los acuerdos en la materia de energéticos, principalmente en el sector eléctrico, se deban subsanar y llevar a buenos términos a través del T-MEC.
Y es que en estos tiempos de incertidumbre e inestabilidad económica mundial, a México no le conviene estar confrontado con ningún país del mundo, y mucho menos con su poderoso socio y vecino del norte…
La parábola del perro, el niño y el panadero, que líneas arriba relaté nos deja un mensaje muy claro…” No es conveniente “torear” al perro del vecino, porque en el menor descuido no ataca y nos muerde… Nos vemos enseguidita.
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