Sobre el Camino

El nuevo sistema educativo en México

Tomo para este artículo por tercera y última ocasión una más de los muy pertinentes planteamientos del pedagogo y filósofo español Gregorio Luri en su artículo “Lo que permanece en educación”. La razón para hacerlo, en esta ocasión, es que la reflexión que hace el autor está directamente relacionada con un tema que ha estado en el debate educativo en las semanas recientes, ahora que para efectos prácticos ha terminado el ciclo escolar 2021-2022, a pesar de que la SEP haya elegido prolongar artificialmente las semanas del calendario oficial.

Se trata, como habrán inferido ya quienes trabajan en el sistema educativo nacional -ya sea en instituciones públicas o privadas- del tema de la evaluación y lo que en la práctica constituye un decreto que prohíbe reprobar a los estudiantes con bajo desempeño, aunque en el acuerdo no. 11/06/22, publicado en el Diario Oficial de la Federación el día 28 de junio, por el que se regulan las acciones específicas y extraordinarias para la conclusión del ciclo escolar 2021-2022, se adorne esta prohibición con argumentos relacionados con la función formativa de la evaluación y un enfoque centrado en el estudiante y sus condiciones específicas de aprendizaje.

Hablo de adorno o maquillaje de esta prohibición de reprobar a algún estudiante, aunque no haya entregado ninguna tarea, ni asistido a las clases, ni presentado siquiera los exámenes, porque en los hechos, aunque en el decreto se le otorga la responsabilidad de la evaluación a las y los docentes o en su ausencia a los directores escolares o a quienes ellos designen para realizar la evaluación de algún grupo, en el portal de la SEP en el que se suben las calificaciones de todas las escuelas, en sus distintos niveles y asignaturas, no solamente eliminaron la posibilidad de una calificación reprobatoria final de las asignaturas sino que borraron todas las calificaciones parciales reprobatorias con la consecuente exigencia para los profesores y directivos de rellenar esos huecos con calificaciones aprobatorias.

Aunque puede entenderse que como lo señala el acuerdo, se trata de acciones extraordinarias y que seguramente están motivadas por la situación de pandemia y cierre de las escuelas que se vivió en el país y por cuidar la salud emocional de los niños y adolescentes, también es entendible la reacción de oposición de algunas agrupaciones de padres de familia y de muchos maestros.

Porque también es palpable el efecto de desmotivación que genera en muchos docentes que hacen su mejor esfuerzo por evaluar con todo cuidado y distinguir la calidad de los aprendizajes de los distintos estudiantes en un grupo, al saber que todo ese trabajo no tiene ningún efecto, porque al final, por más que hayan tratado de incentivar a sus estudiantes para comprometerse con su formación, estas acciones son desacreditadas cuando en los hechos, todos los estudiantes pasan las materias por decreto.

Es comprensible igualmente que muchos estudiantes también se desmotiven y al final del día concluyan que de nada sirve esforzarse puesto que tanto quienes hacen su mejor esfuerzo como los que no ponen nada de su parte, van a terminar acreditando el curso y pasando al siguiente año escolar.

Por supuesto que no estoy hablando de que se vuelva al viejo mantra de “la letra con sangre entra”, ni que se deba tener una actitud que de entrada busque reprobar estudiantes sin importar sus situaciones personales tanto en lo intelectual como en lo emocional, familiar y social.

Tampoco estoy abogando por un proceso educativo que se base en la exaltación de la competencia entre los estudiantes de un grupo y no fomente la colaboración. Está plenamente comprobado que los alumnos de quienes más aprenden no son de los maestros sino de otros alumnos con mejor desempeño y esta cooperación debe fomentarse por parte de los profesores y profesoras.

De hecho, estoy totalmente de acuerdo con Luri cuando afirma que reprobar o no reprobar es totalmente secundario porque lo realmente preocupante es seguir formando a las nuevas generaciones de estudiantes, liberándolas de toda responsabilidad sobre sí mismos, haciéndoles ver que sus acciones o inacciones no tienen ninguna consecuencia porque los adultos los “cuidamos” y les resolvemos cualquier problema que puedan generar con sus decisiones y acciones.

En el caso de España, la nueva ley de educación también abre la posibilidad de no suspender (reprobar) a ningún estudiante y en lugar de la palabra Suspendido, se plantea poner en la boleta “En proceso de logro”. Hace un par de meses escuché por la vía de internet al jesuita, sociólogo y poeta también español, José María Rodríguez Olaizola decir irónicamente que estos estudiantes van a salir de la escuela y cuando los despidan de un trabajo, no estarán despedidos sino en proceso de “lograr otro trabajo”; cuando los termine su pareja no habrá terminado con ellos, sino que estarán en proceso de lograr tener otra pareja, etc.

GOTITAS DE AGUA: 

 

Lo cierto es, esta ironía tiene un fondo de razón, porque como afirma Luri, la calificación aprobatoria o reprobatoria es lo de menos.

Lo realmente esencial y muy desalentador es que, en efecto, estamos educando desde una visión antropológica que no ve al ser humano como responsable y corresponsable de sí mismo y de la convivencia social.

La espiral de injusticia, violencia, corrupción e impunidad en la que vive nuestro país y buena parte de nuestro mundo es en gran medida el efecto de esta educación cuyo mensaje central es: “hagas lo que hagas, dejes de hacer lo que dejes de hacer, no va a pasar nada, no habrá consecuencia alguna”.

De manera que si queremos revertir este ciclo decadente que vivimos como sociedad, tendríamos que pensar seriamente y más allá de la corrección política y lo que sea visto como “progresista”, cuál es la visión antropológica en la que estamos educando y qué tanto estamos dejando a los futuros ciudadanos desprotegidos frente a sí mismos y frente a los demás por no desarrollar su sentido de responsabilidad y corresponsabilidad, que es lo que nos hace ser plenamente humanos y vivir una vida con calidad y profundidad“Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…

 

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/sobre-el-camino/.

 

Benjamín Bojórquez Olea

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