Sobre el Camino

El miedo y el futuro

Desde la penumbra: Lo que ha nacido morirá. Lo que ha sido reunido será dispersado. Lo que ha sido acumulado será agotado. Lo que ha sido construido será derrumbado. Lo que ha sido elevado será rebajado.

Solemos decir: “Cómo pasa el tiempo”; más la realidad es que el tiempo no pasa. El tiempo es como el cielo que siempre está ahí. Los que pasamos somos nosotros, como esas nubes de otoño.

En otro asunto, México es uno de los lugares más peligrosos para ejercer un periodismo libre, crítico, que se finca en uno de los pilares por los que más se ha luchado, la libertad de expresión.

Las estadísticas se subrayan y adquieren un tono dramático cuando nos enteramos acerca del asesino de alguien que forma parte de un medio en el que se cumple con la tarea de informar y, por ende, como sociedad, tengamos la posibilidad de formular cuestionamientos, de enterarnos acerca de lo que implican las decisiones económicas y políticas de quienes son parte de esa suerte de “casta todopoderosa” que tiene las riendas de los gobiernos federales, estatales y municipales.

Detengámonos un poco en el caso del Artículo 19, organización que toma su nombre a partir de ese mismo artículo en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que se plantea: “Toda persona tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión, este derecho incluye la libertad de sostener opiniones sin interferencia y buscar, recibir y difundir informaciones e ideas por cualquier medio y sin consideración de fronteras”.

¿Qué nos deparará el futuro?

 

 

Con el comienzo de este milenio y la llegada de los smartphones, el acceso a internet más rápido y la popularización de las redes sociales, vivimos en un ciclo acelerado de masificación de la tecnología, un crecimiento del comercio electrónico y una mayor participación ciudadana en el debate político. Incluso, en estos últimos años pandémicos, la población menos digitalizada se involucró mucho más.

No obstante, riesgos como la desinformación, hackeos, ciberacoso y fraudes han derivado en hartazgo, miedo y, especialmente, en una búsqueda por cambiar el esquema. Dice un proverbio que “los grandes cambios siempre vienen acompañados de una fuerte sacudida, no es el fin del mundo, es el inicio de uno nuevo”.

¿Viviremos en el metaverso? ¿Nos convertiremos en ermitaños digitales?

Sin intentar competir con el “Oráculo de Delfos”, podemos afirmar que veremos la pulverización de las redes y el fin de grandes monopolios; ante las fallas y desconfianza, muchos usuarios no sólo usan WhatsApp, sino Telegram y mensajes de texto. Lo mismo sucederá con Netflix frente a la enorme oferta de otras plataformas de streaming. Meta y, por lo tanto, Tik Tok y otras redes, cada vez tiene más restricciones para anuncios personalizados, ello derivará en que la publicidad masiva, sea comercial o en materia electoral, emigre a otros sitios y su poder disminuya. A todo ello, debemos sumar que los nativos digitales están creciendo: Facebook ha envejecido, pero no será el único. Por ello, el crecimiento de las “anti-redes” como Discord, BeReal, Mastodon y muchas más.

No cabe duda, las redes sociales ya no serán como antes.

La informática va de salida como ciencia rectora de los saltos tecnológicos habidos en múltiples campos durante el último medio siglo; su lugar lo ocupará la Inteligencia Artificial.

La informática (responsable del desarrollo de las computadoras, de las redes de datos y de los programas necesarios para manejar información de manera automática) va de salida como ciencia rectora de los saltos tecnológicos habidos en múltiples campos durante el último medio siglo; su lugar lo ocupará la Inteligencia Artificial (AI).

GOTITAS DE AGUA:

 

El avance científico y técnico es asombroso e, igual que hicieron la máquina de vapor y la electricidad, la (AI) modificará la manera en que las sociedades están colectivamente organizadas para trabajar y para distribuir lo que se produce.

La (AI) genera grandes preocupaciones éticas, es posible adelantar qué si los cambios que impondrá se dejan al “libre” juego mercantil, en ausencia de políticas públicas que tengan propósitos sociales claros, habrá más desigualdades, desempleo tecnológico y otros inconvenientes, como el ya reconocido menoscabo del aprendizaje, del razonamiento y de la creatividad de la inteligencia humana. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/sobre-el-camino/.

 

Benjamín Bojórquez Olea

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