“No somos iguales”, repitió ayer Andrés Manuel López Obrador con un cinismo descomunal que ya no sorprende ni siquiera a sus más fieles abyectos, quienes por necedad, por masoquismo o por puro soberbio valemadrismo lo aceptan y lo idolatran siendo así de mentiroso, corrupto y miserable.
Ante hechos de corrupción que resultan irrefutables, no serán pocos los conservadores y fifís que con mucha razón piensen o digan que, efectivamente, no son iguales porque el mesías y los de su cuarta transformación salieron mucho peores, mínimo iguales de ratas pero mucho más desvergonzados.
Ha sido tan hocicón el presidente, que no tiene manera de defenderse ante la investigación tan contundente sobre la vida de lujos que lleva su hijo mayor.
Por eso se la pasó descalificando al mensajero, eludiendo sin desmentir las evidencias documentadas.
La “defensa” de ayer en la mañanera fue que su hijo José Ramón López Beltrán es mantenido por su esposa, con el recuerdo de que inmediatamente después de la elección presidencial del 2018 el junior se manifestó públicamente sin trabajo y sin dinero.
Fue para matar de la risa que Andrés Manuel se diera en la mañanera de ayer otro baño de moralidad y pureza con su tajante rechazo a que haya traficado influencias a favor de la familia de su hijo, pero fue inmediatamente desmentido y exhibido con la publicación de un contrato de PEMEX a la empresa Baker Hughes de México, “propietaria” de una de las casas de Houston.
Más de mil quinientos millones de pesos en un solo contrato por el gobierno que neciamente presume que no son iguales, y que lloran a moco tendido cuando alguien se atreve a dudarlo.
Quizás el führer macuspano nos diga luego que no tuvo nada que ver con este contrato y con el beneficio a la nuera y a su hijo, o que como en el caso de la prima Felipa acuse que el director de Petróleos Mexicanos hizo lo que se le pegó la gana, sin avisarle ni hacerle caso.
Lo que queda muy claro es que no hay maroma ni atole que sirva para eludir que el presidente tiene un discurso de mucha moral y un accionar completamente inmoral.
Ahí están los hechos, por más que se niegue y por mas cómplices irresponsables que siga teniendo.
Era imposible para López Obrador eludir el tan polémico asunto, y la nota comentada terminó siendo ampliada con más mexicanos que terminaron enterándose de una más de las muchas raterías de la familia presidencial.
Los fanáticos no cambiarán de pensar, pero no puede decirse lo mismo de quienes seguían con la duda y que seguramente terminaron de despejarla.
Frente a la demagogia, documentos oficiales que evidencian la burla de un presidente de la república que da clases de austeridad mientras burdamente se enriquece con toda su parentela.
JUSTICIA NO HABRÁ
Como es natural, surgieron casi de inmediato voces de quienes exigen que se investiguen a fondo estas raterías del gobierno a favor de la familia del primogénito del presidente de la república, y que se castigue a quienes resulten responsables.
Soñar no cuesta nada, pero no hay manera de que suceda. La victoria de los “neoliberales” tendrá que limitarse a seguir exhibiendo al corrupto chimoltrufio, porque no hay autoridad que se atreva a proceder formalmente contra el gigoló mantenido.