Lo dice con todas sus fuerzas y sin quitarle puntos o comas.
“Quiero ser presidente de México, para meter a la cárcel al corrupto de Andrés Manuel y los miembros de su gabinete, que son coparticipes de tantas canalladas en contra de nuestro pueblo”.
Lo digo también, sin quitarle, ni ponerle espacios.
“Si los actuales gobernantes llegan a considerarla un peligro real que lograra derrotar a la cuarta transformación en las próximas elecciones, no vacilarían en quitarle la vida”.
Ese es el destino que veo para la valiente Senadora.
Son métodos tradicionales que se pusieron de moda terminada la revolución. Le costaron la vida a los adversarios de Álvaro Obregón cuando quiso ser de nuevo presidente. Al sonorense le dieron muerte por considerarlo un peligro para las intenciones políticas del presidente Calles.
Luís Donaldo Colosio le tiró pedradas al que lo hizo candidato y la historia es reciente y la conocemos todos.
Los políticos consideran esos asesinatos en defensa propia y jamás sus actores intelectuales pisarán otro tribunal que no sea el de la historia.
La señora Lilly Téllez se podría convertir en la siguiente víctima, si dentro de las esferas oficiales la llegaran a considerar de peligro electoral.
Admiramos a la Senadora.
Tiene las faldas bien fajadas y su pecho no es bodega de las infamias de Andrés Manuel López Obrador.
Su voz es el látigo que representa a los caídos por la pandemia, a los niños con cáncer que no tienen medicamentos, a los que se encuentran encarcelados por disposición del presidente y de los millones de afectados por los actos de corrupción que se cometen desde las tribunas de la cuarta transformación.
Es vitriólica y sus palabras queman y dejan huella.
Por el momento está a salvo.
Si llegara a ser candidata y el gobierno considera que es peligro real e inminente, entonces tendríamos que comenzar a prender veladoras y entonar los cantos fúnebres.
Así funciona el sistema.
Enrique Peña Nieto quiso imitar a Ernesto Zedillo Ponce de León y convertirse en moderno paladín de la democracia. Si no lo hubiera querido de esa manera, jamás hubiera dejado ganar la contienda al tabasqueño, o bien sería un recuerdo mortuorio el nacido y criado en las tierras del sureste.
Nuestro presidente quiere perpetuarse, por si, o a través de blandengues candidatos que en su interior considere poder manejar a su antojo.
Por esa razón no escogería a Ricardo Monreal.
El Zacatecano es muy independiente, preparado, y con fortalezas que no rinden culto a otro si llega a la presidencia.
Así veo el futuro de Lilly Téllez.
Si es candidata a la presidencia y representa riesgo, no faltaría el brazo armado que la dejaría sin vida en plena campaña.
Los métodos no cambian.
Felicito a la Senadora y desde ahora marco su futuro.
Hasta mañana.
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