En la vida diaria o en la política ocurre frecuentemente: las personas toman decisiones erróneas, o garrafales, pisoteando el sentido común.
Le tocó el turno a Marcelo Ebrard. En su trayectoria y recientemente en la Cancillería, le tocó librar serios obstáculos, y en la mayoría tuvo éxito. Ahora, en la precampaña, cometió una soberana tontería.
Aconsejado seguramente por un enemigo suyo dentro de su equipo, anunció que crearía una secretaría especial para defender la 4T. Y hasta invitó para tal función a un hijo del Presidente. En pocas palabras, no le interesa quedar bien con el pueblo, sino con López Obrador.
La ocurrencia es absurda. Nada dice a la gente, es innecesaria e inútil, choca frontalmente con sectores críticos del partido en el poder, y el invitado en cuestión es ampliamente reprobado, con o sin razones.
En entrevistas y en su narrativa de arranque Marcelo ha expresado ideas innovadoras. Sin embargo, esta salida choca contra el torrente de un sector de la opinión pública. No tiene asideros, sustento ni razón. Y, como se esperaba, suscitó una repulsa casi general.
A mi criterio, me parece inconcebible que el más lúcido de los aspirantes a la presidencia haya cometido este derrapón escandaloso.
Pero decíamos, suele ocurrir. Es común que los hombres públicos no pasen por filtros analíticos críticos sus ideas, propuestas o posiciones. Esto causa un severo daño y luego corregir una tontería resulta sumamente costoso.
El obligado control de daños resulta oneroso y la pifia se magnifica por los medios y va resultando como una bola de nieve.
Esto me hizo recordar a un amigo que tengo, que suele ser exageradamente autocrítico antes de difundir una decisión importante. La ventilaba con su equipo corto de confianza y asesores, que dice así, “hay que ver si resiste la prueba del ácido”, “vamos a hacerle al abogado del diablo”.
GOTITAS DE AGUA:
Hacía una y otra rondas de análisis donde se ventilaban todos los argumentos en pro y en contra y, al final, en votación, se tomaba la decisión definitiva. Y, con ello, blindaba no solo lo aprobado, sino le daba al titular argumentos para su posición pública ante los medios. Retomando el punto líneas arriba, mi amigo me decía: mira, para mí el sentido común es la suma de todos los sentidos. Y creo que tiene razón… “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…
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