El caso es… que ya perdí la cuenta

Omar García Harfuch cumple a la perfección con su papel de pacificador. Nos dio un reciente aviso que ya podíamos salir con tranquilidad por la noches en la capital del Estado de Sinaloa.

Lo entendemos perfectamente.

La autoridad quiere borrar el pánico de nuestro cerebro.

Se los agradezco de todo corazón.

Pero, y ahí está el pero, las redes sociales y los dueños de portales de información de los llamados independientes, nos mantienen al momento de lo que sucede en nuestra ciudad a pleno día y noche a todo color.

Cabezas sin cuerpo en plaza fórum.

Ejecuciones afuera de escuelas de carro a carro.

Teatros incendiados.

Balaceras sin fin cercanas al cuartel militar y hospitales de por aquellos rumbos.

Marisqueros y taqueros levantados y que luego aparecen sin vida.

Agarres delincuenciales en los sectores sur. oriente, norte y poniente con saldo de varios muertos y heridos.

Despojo de vehículos de todas marcas y modelos, que según los informadores superan a los cinco mil desde que se inició la guerra de Chapitos y Mayos.

Robos a súper mercados y otras negociaciones que no son reportadas por considerar inútiles sus desgracias.

Cientos de negocios que cierran semana tras semana.

Ya perdí la cuenta de lo que sucede en Culiacán.

Asumo desde este momento la postura de creer lo que me digan las autoridades y de lo que puedan informarme los programas noticieros de radio y televisión.

Se me olvida que aprendí hasta la tabla del uno y que las divisiones y restas nunca fueron mi fuerte.

Los quebrados me causaron terror en la escuela.

Y no hablo de los negocios quebrados por esta guerra delincuencial.

Me rindo comandante Harfuch.

Su palabra es ley y que así quede.

Si usted me dice que Culiacán es muy tranquilo de día y noche, así será.

Es muy trabajoso para mi mente llevar contabilidades funerarias o balaceras que no quiero escuchar.

Que las aseguradoras carguen con la chamba de pagar siniestros.

Yo ya perdí la cuenta amigo Omar.

Me quedó con lo que usted quiera anotar en su libreta.

Lo que me informe será tomado como palabra de Dios.

Cien o mil muertos no hacen gran diferencia.

Culiacán es territorio bravo.

Lo sabemos perfectamente.

Alborotaron la bitachera con la entrega del Mayo Zambada y el asesinato de Héctor Melesio Cuén Ojeda.

Qué necesidad había.

Pero sucedió, y pagamos las consecuencias.

Arreglos en puerta no se dibujan por ninguna parte.

Me rindo.

Hasta mañana.

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/fax-del-fax/.

 

J. Humberto Cossío R.

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