Desde la oscuridad…

Lo dijimos en este espacio y volvemos a insistir en el tema afín a su cercanía y gusto por el ámbito religioso, el Presidente colocó ante los lentes de las cámaras y los micrófonos de enojo a un personaje que, además, representa la posibilidad de ser el engranaje con el catolicismo, con miras a la integración de las campañas electorales que están en pleno desarrollo.

¿Quién podría ofrecer una respuesta rápida y efectiva, al menos en el discurso, ante las críticas y los señalamientos a su gobierno? José Alejandro Solalinde Guerra, sacerdote católico y luchador social, una figura que puede ser enclave para dialogar con los migrantes y con un sector del catolicismo afín al mesianismo paternalista. Un contradictorio personaje que, gracias a su labor en apoyo a los migrantes, así como de otros grupos marginado y pobres del país, alcanzó un reconocimiento importante que le valió ser una voz crítica ante los gobiernos anteriores, sin embargo, esa estatura moral y trascendente capital político los puso al servicio del César, que al final de cuentas, ha hecho caso omiso de las tropelías, violencia y corrupción cuyo origen apunta hacia el crimen organizado. Se habla de un nuevo organismo que sustituirá al INM y que será presidido por un “católico”, como si esto fuera una garantía. Pero, al fin de cuentas José Alejandro Solalinde Guerra ha llegado con todo lo necesario para blanquear los sepulcros de un gobierno que se ha especializado en evadir su responsabilidad ante la situación de violencia que se padece en el país y, en particular, los migrantes que aspiran al sueño norteamericano.

No perdamos de vista que, durante este año electoral, la religiosidad será un factor que el gobierno no desaprovechará.

Ya se tiene en la chistera a un sector evangélico y a la Luz del Mundo, pero falta el enclave para terminar de endulzar el oído de quienes representan una mayoría de votos. Así, los fariseos se pasean en las calles y coleccionan pequeños muñecos al que se le rinde culto blanqueando los cementerios y las fosas clandestinas.

Los jesuitas “han sufrido amenazas y agresiones por parte del crimen organizado, lo que les impide desarrollar normalmente las actividades pastorales y de apoyo a las comunidades en la zona”. La reciente noticia confirmada oficialmente sobre la muerte del ejecutor de los crímenes el líder José Noriel Portillo Gil, El Chueco, no significa justicia, más bien aparece como probable ajuste de cuentas entre bandas criminales, señalaron la Compañía de Jesús y la diócesis Tarahumara han expresado su preocupación debido a que las investigaciones no tienen avances relevantes y la impunidad continúa. El caso sigue abierto.

Dándole vuelta a la página el tema tiene poca gracia, ninguna, en realidad. Solemos considerar que pedofilia y pederastia son sinónimos, cuando se trata de dos cosas relacionadas, pero distintas. La pedofilia o paidofilia es una parafilia, un trastorno mental consistente en una inclinación sexual que se caracteriza por el gusto, la preferencia y la atracción sexual por niños y niñas. Por lo general, el pedófilo busca el contacto con los menores y relacionarse con ellos para satisfacer sus fantasías sin que esto implique llegar a tener relaciones sexuales.

GOTITAS DE AGUA:

No hace mucho leí un estudio realizado en Inglaterra que decía que 95% de los pedófilos jamás concretan un acto de abuso con un niño y reprimen sus deseos, generalmente sin ayuda profesional, porque se sienten muy avergonzados de su condición y ni siquiera buscan tratamiento o terapia. Por su parte, un pederasta es una persona que, sabiendo el daño y el delito que está cometiendo, pasa del deseo y la fantasía a la acción, usando al niño como un objeto sexual para satisfacer sus necesidades de abusador, aprovechándose de que existe una desigualdad de poder por edad, fuerza física y conocimiento. Su capacidad de decisión y acción no se encuentra alterada por su trastorno, por lo que son plenamente responsables de sus actos.

Siendo así, son personas plenamente imputables por sus acciones. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…

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Benjamín Bojórquez Olea

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