Una frase lapidaria en México -aunque por demás simbólica- de cierta clase política moribunda y que se resiste a mutar (o a desaparecer en su defecto) es aquella satírica adaptación del célebre axioma de Arquímedes, mediante el que en su tiempo, resumió la importancia del instrumental necesario para que el trabajo del hombre sea capaz de transformar y hasta mover al mundo, en su interior.
Aunque de por sí, el argumento mediante el que todo individuo plantea a su partido político, la disyuntiva de que “con él, está garantizada la permanencia de la militancia y los triunfos electorales”… y que “sin él, esa militancia y los triunfos se van con él al otro partido… al que circunstancialmente hoy es el dominante”, empiezan a distinguirse como lo que son: verdaderos falsos dilemas… chantajes monumentales.
Y me refería a esos “individuos”, así a secas, sin darles la categoría de políticos profesionales, porque este último concepto es una derivación moral de la vocación; y que además les quedaría muy grande.
Porque –contrario sensu- sí existen políticos profesionales, en México y en el mundo, que trabajan orientados al beneficio de la colectividad que representan o de la generalidad, según sea el momento y el caso.
Que son leales y están adscritos por convicción… y no por conveniencia.
Conozco a más de uno y todo lo contrario de los oportunistas que hoy brincan al mar desde la nave que se hunde, son los primeros en asumir las derrotas y en empezar las tareas de “reconstrucción” para el próximo proceso… y lo hacen con humildad y con gratitud, por las décadas en muchos casos de oportunidades, continuas y honrosas, que ese partido les brindó como profesionales y como ciudadanos que alcanzaron rangos de autoridad, aprovechados para servir a la gente.
Pero conozco otros a los que ahora incluso desconozco, que hoy que por ejemplo, el PRI se encuentra aparentemente herido de muerte, son los primeros en amenazar –blofeando por supuesto- al dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, a quienes lo menos que le reprochan es que supuestamente “es el sepulturero” del PRI.
Confieso que Alejandro ‘Alito’ Moreno Cárdenas no fue, a su llegada al PRI, “santo de mi devoción”… y ni falta hacía; lo que piense o sienta el suscrito no genera absolutamente ninguna consecuencia política ni de opinión pública… pero he de confesar que me equivoqué en mi percepción sobre ‘Alito’ Moreno… el profesional de la política que desde luego sí es.
Ha mostrado un respeto y un aprecio al partido que lo vió nacer y lo forjó, como pocos políticos actualmente vigentes en México.
Tuvo ayer lunes la entereza de renunciar a su legítima (¿por qué no?) aspiración a ser el candidato del PRI a la Presidencia de la República (si es que la tuvo), en congruencia con su compromiso con la convicción y no con la conveniencia, como tantas veces se creyó y se le reprochó injustamente… incluído por el suscrito.
Sin duda Moreno Cárdenas es un tipo apasionado; comprometido con su profesión; ama lo que hace… Y es que el único modo de realizar un gran trabajo es ese… amando el oficio de uno.
Ha logrado integrar y dirigir un Comité Ejecutivo, donde entrevera la experiencia de varios cuadros profesionales y nuevas figuras de la política mexicana, con notable éxito.
Una de esas nuevas figuras es el senador por Sinaloa Mario Zamora Gastélum. Entre los dos han sabido defenderse del embate político de la nomenklatura tradicional priísta que desea volver, seguramente para bien y no para mal… no obstante, en política como en toda actividad del mundo, el peculio se cuida, es sagrado.
Por lógica, “no se deja abierto el gallinero, para que entre el coyote y se coma las gallinas”… siempre, “lo que se quiere se cuida”.
Pero en sus afanes, Cárdenas y Zamora Gastélum, han sido más que cautos y respetuosos respecto a la actitud de muchos oportunistas y pseudo políticos a lo largo del territorio nacional, que han querido chantajearlos en los últimos días, bajo el falso dilema de “¡Dadme una pluri y moveré el mundo!”… de lo contrario “me iré al partido del gobierno, donde me requieren … y allá sí me valoran”.
Y no se han dejado doblegar ni engañar… pues nada es tan falso como esos argumentos de estafa, provenientes por lo regular de individuos que ya les gustó vivir “pegados a la ubre presupuestal” y ya no quieren trabajar, enfrentarse al mundo real, a la competencia, a la obligación y el esfuerzo.
Dos casos que ilustran la actual crisis política que enfrenta el PRI a nivel nacional.. y que enfrentan algunos otros partidos también: Hidalgo y Sinaloa.
En Hidalgo, el total de los integrantes del Grupo Parlamentario del PRI en el Estado de Hidalgo, “renunciaron a su militancia”, más 19 líderes municipales del PRI y la muy segura renuncia (¿O lo echarán?) del exgobernador Omar Fayad, quien tiene una pesada losa jurídica que mover de su historial, vinculada a la muy de moda “estafa siniestra” a Segalmex. Pero todos estos, no son más que “polvos de aquellos lodos”. Clásicos oportunistas y vividores de la política, en el “mundillo” en que se convierten algunas entidades y algunas ciudades “grandes” de los estados. A todos ellos ya los tenía cooptados el actual gobernaedor morenista recién electo el año pasado, Julio Menchaca… otro tránsfuga del PRI por cierto.
Y en Sinaloa, gracias también a la estrategia diseñada en conjunto –probablemente- por el senador Zamora, un individuo que conoce también a su partido en aquella entidad y conoce a su Estado natal y que representa, pues pudo –o debió- haber influído notoriamente en esa actitud de asumir cuanto antes la supuesta desbandada del PRI de algunas figuras locales, noveles políticos muchos de ellos que por cierto también son hijos del “dedazo” en su inmensa mayoría… y que ahora que no son favorecidos con sus “peticiones” mínimas, entonces sí… “¡Que se queme el rancho!”.
Y ha sido muy inteligente la actitud de ‘Alito’ Moreno y Mario Zamora para, desde la Ciudad de México y sin hacer mucho aspaviento, evitar que tanto el exgobernador Quirino Ordaz –hoy entregado a la filosofía del “cambio verdadero” trabajando para el gobierno de López Obrador- como el exgobernador Jesús Aguilar Padilla (hace algunos meses en vida; ya falleció, que Descanse en Paz) le nombraran al Comité directivo Estatal del partido, tal y como lo hicieron durante la campaña para Gobernador de Sinaloa de Mario Zamora.
Hoy se distingue a la distancia, la muy probable actitud de “brazos caídos” en aquella campaña, donde se le reprocha al entonces dirigente Jesús “Chuy” Valdés, su inacción para promover el voto de Mario Zamora, como revancha por no haber sido él quien resultó finalmente el abanderado.
Otro señalado y también hoy envuelto en el escándalo de su “dimisión” a su militancia priísta, es el mazatleco Marco Antonio Osuna Moreno, a quien le salió súbitamente su ‘origen ahomense’ y fue el candidato perdedor a la alcaldía de Los Mochis. Un individuo al que el partido (el PRI) lo fue llevando de la mano durante casi 30 años de oportunidades, una tras otra y que, de ser un simple capacitador policial en Culiacán, lo fueron formando al grado de abrirle una demarcación electoral –materialmente- para que pudiera ser diputado local por la zona oriente de Los Mochis; ahora que las circunstancias no le favorecen, al no prestarse la dirigencia nacional a los chantajes propios del calor político (buscaba ser dirigente estatal del PRI, quizá ¿premiado? por “haber ganado” en Los Mochis)…entonces sí, renuncia y se dice traicionado por el partido.
Y hay otros casos más, como el de Sandra Lara Díaz, que es funcionaria del gobierno del morenista Rubén Rocha Moya (es el colmo)… o el de la diputada mocoritense Gloria Himelda Félix Niebla, con un muy opaco desenvolvimiento, que ha deambulado sin pena ni gloria de la cámara local a la cámara federal; llegó impulsada por su padrino, el exalcalde de Culiacán, Aarón Irízar, quien es su familiar político, pues está casada con un primo de él. Al parecer ese es su mérito… Hoy se declara diputada sin partido en el Congreso Local de Sinaloa y es de las que se mencionan que tienen ya un pie dentro de las planillas para candidaturas por Morena.
Ojalá que adonde vayan esos expriístas, les tengan garantizada esa “candidatura plurinominal”, para que no necesiten volver a trabajar nunca más.
A veces es preferible una gran sacudida que de cauce a la abundancia de lo nuevo, que prevalecer con vicios de simulación y conflictos al interior de un cuerpo, sea cual fuere la naturaleza de este.
Como le acontece al ser humano, a todo instituto o corporación, la vida a veces le sorprende con un ‘ladrillazo en la cabeza’. Tal y como ha respondido la dirigencia nacional del PRI, no se debe perder la calma… Pero sobre todo, no se debe perder la perspectiva del todo, de la realidad que se vive. Y mantener siempre encendida la llama de la fé.
El espíritu de cuerpo y la lealtad a la institución.
Recobrar el sendero rumbo a la victoria, no hubiera sido tan fácil o tan pronto si no hubiera pasado la tragedia del ‘golpe del ladrillo’ que despertó a los priístas….de arriba y de abajo.
Se vislumbra una recuperación de los partidos opositores integrantes de la Alianza, no solo del PRI, dada la gran decepción de la ciudadanía mexicana, por sus abandonos al tema de la inseguridad pública, la salud, la educación, el abandono a la ciencia y la investigación, la economía, etcétera.
Y el camino hacia esa recuperación, empezó precisamente ayer, en que se oficializó el método de selección del abanderado opositor.
Y empezó también porque desde el PRI y desde los demás partidos seguramente, se le cierran las puertas a todos aquellos oportunistas, “buscachambas”, “influyentes”, “metiches” y “lambiscones”de siempre, que se acomodaban por influencias y no por su genuino esfuerzo o capacidad.
En el PRI, como en todos los partidos, solo deben de quedar los dirigentes, que hayan mostrado la convicción suficiente, la paciencia necesaria para aguardar un nuevo proceso electoral y que anteponga el interés personal al del partido y al del equipo al que pertenezca.
¡Juego nuevo… y con gente nueva!
Porque en política la lealtad y la amistad sincera también deben ser ponderadas y hasta premiadas… La traición y la simulación, desterradas para siempre.
Que la frase lapidaria del epitafio de aquella clase política indeseable y que ya se fue, sea “¡Dadme una pluri y moveré el mundo!”.
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