La terrible balacera se escuchaba aterradora y diabólica… Impactante y dramática.
Era ya de madrugada, y el día lunes 25 de noviembre asomaba apenas a la vida asomando su rostro para arribar con su valiosa valija a cuestas, hasta Culiacán, nuestra capital sinaloense.
Tras las intensas ráfagas de las metrallas, y pese al naciente día, en segundos el miedo permeo a miles de cibernautas, quienes desde sus respectivos rincones domiciliarios, reportaban lo que ocurría en los alrededores de sus respectivas colonias.
“Se adelantó el año nuevo”, escribían unos, mientras otros se encomendaban a Dios, y no pocos especulaban diciendo que; “Ahora si se toparon los plebes”.
En términos macabros, y desde los espacios de la ironía, no faltó quien dijera que se podía pensar en una especie de serenata, cuyos instrumentos en este caso no lanzaban notas musicales, sino balas mortales.
Para desgracia de los miles de culichis, que, desde nuestras alcobas escuchábamos “la serenata”, en esta ocasión pronto entendimos que la “música” no provenía de una banda sinaloense.
Bueno, al parecer si era una banda, pero no de filarmónicos, sino de delincuentes.
Una banda cuyos instrumentos utilizados eran distintos a los convencionales de las bandas musicales.
Y es que, la Tuba y la tambora fueron sustituidas por metralletas tipo Barret y algunas granadas de fragmentación.
Las trompetas y clarinetes cedieron el paso a los cuernos de chivo, mientras que las armonías, se convirtieron en pistolas calibre 45, 38 Súper y 9 Milímetros.
Las pistolas de calibre 22 y 25 son instrumentos de utilería muy poco amigables con “los músicos” de este tipo de bandas, por lo que no fueron invitadas al “festejo”.
Los que si se hicieron presentes fueron los vocalistas quienes a través de los radios portátiles, ordenaban y cantaban el repertorio que “los músicos” habrían de ejecutar de manera pronta y expedita.
Y desde luego, como en toda serenata, las melodías apuntaban hacia el corazón de una Musa.
En esta ocasión las cosas no resultaron distintas, porque el objetivo del canto de las metrallas, en efecto, era de origen femenino.
Y es que esta madrugada del lunes 25, “Las damas” a impactar con la música macabra que armoniosamente surgió de las metrallas, tienen nombre femenino, y se llaman CAMARAS de video vigilancia.
Y hacia ellas apunto la artillería de los instrumentos mortíferos, logrando su objetivo de impactar en su corazón, dejándolas al instante inertes, sin la luz de sus vigilantes ojos, y desde luego sin vida útil.
Finalmente, diría que con esta “serenata” las cámaras, evidentemente no murieron de amor…
Murieron por el contagio de un clima de odio y rencor existente entre los miembros de las bandas ya descritas…
Hoy la autoridad del Estado anuncia la resurrección de las 65 musas acribilladas esta madrugada, y que motivaron la serenata macabra amenizada por los fierros que vomitan fuego.
Así las cosas en nuestra Ciudad capital…Nos veremos enseguidita.
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