Según esa máxima, que proclama uno de mis amigos, mi Dios ha decidido señalarme como uno de los malos.
Así que, ya saben que soy muy malo y ahora cuídense de los que no tienen marca y que aparentan ser buenos.
A mis setenta y ocho años, mi rostro de galán de barriada se ha transformado en meseta cargada de pequeñas lesiones que me tienen frito frente al ganado que serpentea a mi lado.
De joven, sin marca alguna.
No me importa, hace tiempo que estoy retirado de la farándula. Las bellas me alegran los ojos y evoco mis mejores tiempos.
Hasta ahí todo.
Salgo de casa planchadito de la ropa y regreso sin arruga alguna.
Se acabaron mis grandes movimientos y escucho a los lurios que presumen de lo que no tienen y pagan por lo que no obtienen.
Así les gusta a ellos y son felices vistiendo a las pollas para que otros las desvistan.
Recuerdo esa poesía.
“Mujeres que pasáis por la quinta avenida, tan cerca de mis ojos, tan lejos de mi vida”.
Muy simple la filosofía de mi camarada.
“Ves aquel tuerto, no lo pierdas de vista y con eso anulas la posibilidad de que te dañe”.
Me hacía reír con sus babosadas.
De alguna manera me hacía recordar también al Médico y criminólogo italiano, que clasificaba a los delincuentes según sus rasgos morfológicos y tenía su propio esquema que perduró por muchos años.
La figura de la quijada, la forma del cráneo, sus rasgos faciales, determinaban a Cesar Lombroso para clasificar a los delincuentes.
Mi amigo era un seguidor en los tiempos modernos de ese científico italiano y formulaba su propia posición al respecto.
Vuelvo a mi cara.
Mi piel se ha dañado y me causa incomodidad casi insoportable.
Eso me hace inestable en mis impulsos y mis compañeros de café deben estar advertidos de mi peligrosidad Lombrosiana.
Dios me tiene señalado como malo.
Advertidos están y no traten de incomodarme.
Es mejor que me sigan la corriente y dejen de estar
Jodiendo.
La teoría del Atavismo se hace presente en la mesa de café que frecuento diariamente.
Los que se animen, deben saber del riesgo que corren y muy pendientes de las tazas en mi mano.
Hasta mañana.
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