Bajo 70 puntos.
80 -89, bajo, pero dentro del promedio.
Normal entre 90 y 109.
110-119, alto, pero dentro del promedio normal.
120-129 inteligencia superior.
Más de 130, de altas capacidades intelectuales.
Las personas con los coeficientes más altos en el mundo, en primer lugar Terrence Tao 230, australiano que ganó la competencia internacional de matemáticas a los 13 años y se doctoró a los 20 en la Universidad de Princeton.
Christopher Hirata, con puntuación de 225, de origen estadounidense que ganó la olimpiada internacional de física y a los 16 años trabajaba en la NASA.
A los 22 años se convirtió en Doctor en Astrofísica en Princeton.
Kim Ung Yon, 210, coreano de nacimiento que a los 6 meses hablaba perfectamente y a los tres años dominaba cuatro idiomas.
Fue contratado por la NASA cuando tenía ocho años.
Dios mío de mi vida, en el internet aparece la forma en que se puede calificar y la verdad que me dio miedo entrarle al test.
Prefiero vivir en la ignorancia de mi coeficiente intelectual.
No pretendo participar en competencias internacionales de matemáticas, astrofísica, medicina espacial o cualquier disciplina científica que me diera logros.
Ya estoy pensionado y no quiero chamba en la NASA.
No aspiro a ser maestro de idiomas.
Mi título es de la UAS.
Sin maestrías o doctorados.
Clarito dice que soy Licenciado en Derecho.
No quiero patear el costal para no llenarme de harina.
Me gustaría que se revelara el coeficiente de la señora Claudia Sheinbaum y el de todos los que forman su gabinete.
Sería muy feliz al saber que hay genios que nos gobiernan.
Cacahuates López Obrador ni la estatura dejó que le midieran.
De la suela de sus zapatos para abajo se sentía bastante cómodo.
De su coeficiente, ni hablar.
Siendo presidente lo llamaban el más grande.
Ahora es el innombrable.
Volviendo a mi persona:
No quiero saber que soy 70, o que no llego a 100 en mi coeficiente intelectual.
Si soy un genio, quiero seguir en el anonimato.
Mi lámpara no es la de Aladino.
Tampoco vivo dentro de una botella.
Encerrado en Culiacán sí estoy.
No cambio abrazos por balazos.
Soy tonto, pero no pendejo.
Hasta mañana.
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