Exactamente con el “castigo” que adelantamos en el Altoparlante del 7 de febrero, queda ahora confirmada la insultante impunidad a favor de Luis Guillermo Benítez Torres.
El exalcalde de Mazatlán no será sentenciado por lo de las luminarias y otras acusaciones que implican irregularidades por cientos de millones de pesos.
“Lo de los dos carros rifados es la investigación que quieren aplicar”, dijimos hace más de cuatro meses, y exactamente así sucede.
Estamos hablando de algo así como trecientos mil pesitos, que el químico “pagará” muerto de la risa.
Les comparto el link de la columna en mención: https://altoparlante.com.mx/al-exalcalde-benitez-un-castigo-que-pinta-como-regalo-complice/.
Es el plan “A”, y el guion se aplica con estricto rigor.
Recordemos que a pesar de lo documentado de las acusaciones, el gobernador Rubén Rocha Moya lo nombró como Secretario de Turismo.
Se está respetando la presunción de inocencia, nos dijeron los ridículos.
Mientras los ingenuos esperaban un castigo ejemplar contra el morenista mazatleco, el juicio se postergaba una y otra vez.
Solapamiento brutal y tremendamente desvergonzado.
Esa justicia llena de excremento, a modo para los corruptos que son amigos del gobernador.
Y lo que les encanta presumir que son lo mejor de lo mejor.
LA SOCIEDAD ES CORRESPONSABLE Y CÓMPLICE
Abundemos al respecto sobre la gran cantidad de complicidades a favor de corruptos de la cuarta transformación.
Interminable es la lista de los protegidos por el presidente Andrés Manuel López Obrador, y como ejemplo contundente tenemos a la recién electa gobernadora del Estado de México, Delfina Gómez.
El insulto del pañuelito blanco que a cada rato nos saca diciendo que terminó completamente con la corrupción, y lo que pueda haber son herencias del pasado o culpa de prianistas infiltrados.
Dice un sabio proverbio popular que no tiene la culpa el indio sino el que lo hace compadre, y nos aplica.
En el conjunto, somos cómplices como sociedad.
Un número muy reducido, los que gritamos contra las corrupciones.
Desde los partidos políticos de oposición, voces aisladas que no cuentan con el respaldo firme de las dirigencias.
Como nadie replica con la necesaria contundencia, el presidente López Obrador y el gobernador Rocha Moya protegen a sus corruptos.
Los mexicanos, pues, somos corresponsables de estas tragedias.
No hemos entendido la urgencia de unirnos a favor de México.
La mayoría preferimos ser indiferentes.
El PRI y el PAN nos han quedado mucho a deber.
Cobardías a la vista que evitan la confrontación con el hipócrita casi todo poderoso.
Repito lo que advertí en mi columna de ayer: con estos amigos, para qué queremos enemigos.
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