Traté de recordar cuantas veces nos sucede eso y la verdad que son pocas.
Las jugadas de Michel Jordan me hicieron por un tiempo prenderme al televisor para ser testigo de sus maravillas.
Los trancazos de Mantle y Maris con los Yankees me llenaban de asombro.
Los juegos del Toro Valenzuela me tenían al filo de mi butaca casera y hasta el último out respiraba tranquilo.
Las peleas de Rubén Olivares me llenaban de emoción y ganara o perdiera ahí estuvimos frente a nuestra tele.
Qué decir de los electrizantes combates de Salvador Sánchez que se convirtió en un ídolo y murió en la plenitud de su carrera.
Ana Guevara fue otra figura que nos cautivó en el atletismo y luego la gran decepción como funcionaria del deporte.
Los combates trepidantes de Julio Cesar Chávez que obligaban a proveerse de vinos y cheves para sus peleas.
Jamás decepcionó a los que fuimos sus seguidores.
Oscar de la Hoya lo bajó del macho.
Mantequilla Nápoles fue uno de los grandes en México y nunca nos separamos del televisor para gozarlo.
Carlos Monzón fue su verdugo.
El Tibio Muñoz en la natación dio la gran sorpresa al obtener medalla de oro frente a los grandes de su época.
Los jonrones del juez con los Yankees me emocionan sobre manera y sigo la pelota en su viaje hacia las gradas.
Es lo mejor que tenemos en la actualidad beisbolera.
Con perdón de la afición de Los Mochis, pero las narrativas de Agustín de Valdez me mantenían despierto hasta que terminara el juego.
Por Mochis lo bautizaron como Sor Pasión.
En mi opinión era fantástico como cronista deportivo.
Luís Alberto Díaz es otro que escucho con mucha frecuencia y me impresiona su manera de llevar el programa y su buena voz.
De Víctor torres solo cosas buenas puedo escribir aunque en los últimos tiempos se enfrió la amistad.
Algún día volverá.
Lo que sube baja y los gallos hacen ki-ki-ri-ki.
Hay muchas cosas que suceden en nuestro alrededor y que son dignas de mantenernos al filo de la navaja.
Nuestra vida debe ser anecdótica.
Nos merecemos un buen espacio y es obligación trascender.
De perdida un frasco a medio llenar.
Pero seso hueco, jamás.
Me mantuvieron con la boca abierta más de dos horas y sin derecho a protestas.
Que brava es mi dentista.
Hasta mañana.
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