Uno de los aspectos más importantes es cómo los distintos populismos identifican a sus enemigos.
Dejo de lado el doloroso caso de Ayotzinapa para cuando las aguas estén más tranquilas. Trato ahora un tema sin el cual no puede entenderse la política contemporánea, el populismo. En particular, uno de sus aspectos más importantes: cómo los distintos populismos identifican a sus adversarios o enemigos.
Todo populismo tiende a anular la diversidad social para convertirla en una dicotomía: “nosotros” (el pueblo) y “ellos”. Es notable la diversidad y la ambigüedad que el “ellos” adquiere en los distintos populismos.
Generalmente son las élites económicas, en las que se incluye a algunos sectores de las clases medias. Con excepciones: si esas élites apoyan al líder del populismo, dejan de ser élites y pasan a ser pueblo.
Fue el caso de México en el siglo XX, en los breves momentos en los que el régimen tuvo rasgos populistas. En algunos años del sexenio de Lázaro Cárdenas. Este presidente distinguía a la población del país en “revolucionarios” y “no revolucionarios”. La distinción, que trascendió al periodo populista de los años treinta, podría ganar un premio a la ambigüedad. Fueron revolucionarios políticos tan distintos como Cárdenas y Miguel Alemán. También buena parte de la plutocracia del país. Los no revolucionarios eran simplemente los ajenos al régimen.
El rechazo a las élites socioeconómicas ha sido el rasgo de la mayor parte de los populismos latinoamericanos: Perón, Vargas, Chávez. Algunos han asociado esas élites al “imperio” estadounidense.
Muy distinto el caso de Donald Trump. Para su movimiento el pueblo es la población de origen europeo. Los que hicieron este país, dicen ellos. El “ellos” del pueblo son los migrantes. Particularmente los mexicanos.
Los populismos de Europa Oriental han hecho un aporte interesante. Para ellos el pueblo es la población tradicional de sus países (Polonia y Hungría, por ejemplo). Con costumbres tradicionales y fundamentos cristianos. Sus adversarios son los progresistas de Europa Oriental. Gayropa la han llegado a llamar. “Veganos en bicicleta” en alusión a las ideas y prácticas que les llegan desde el otro lado del continente.
Frente a las propuestas de aceptación a la diversidad sexual, de prácticas ecológicas en el consumo de alimentos y de transporte, al laicismo, esos populistas recuperan las costumbres de lo que consideran el pueblo de sus países.
GOTITAS DE AGUA:
Lo común a toda esta diversidad es la anulación de la pluralidad, la negación de que hay más de dos grupos en cualquier país. Y que además los distintos grupos se suelen traslapar, de manera que no todos tienen intereses contradictorios. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…
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