Claudia, no es AMLO…

Claudia no es AMLO, ni tiene por qué serlo, pero ella y sus asesores han querido vender esa idea que pocos han comprado. El discurso del continuismo y la permanencia de la autollamada 4T se desgastó. Considero un error que en el camino pueden corregir los asesores de Sheinbaum. De lo contrario, Adán o Ebrard, pudieran ser el plan “B y C” del Presidente.

Politizar a todo un país del tamaño de México es muy costoso. Requiere un fuerte gasto económico, de organización humana y promover la polarización que tanto desencanto ha ocasionado en la población.

Todos los partidos políticos tienen la única consigna de ganar elecciones. Algunos, los más pequeños, de sobrevivir para poder seguir recibiendo prerrogativas y continuar siendo un negocio rentable.

Llegamos a una etapa electoral en el país, sumamente anticipada y aún más agitada, pues las candidaturas presidenciales están como monedas en el aire y en una extraña situación, el partido oficialista Morena no tiene asegurado un futuro cómodo. En pocas palabras, llevan la delantera, pero ahora el voto no determina garantías.

El meollo de la situación podría estar en la presión que ocasionó Marcelo Ebrard para que la elección interna de su partido se transparentara. De no haber sido por las renuncias a los cargos públicos y la creación de un modelo con candados internos, el silencio dentro de Morena reinaría, ayudando a la “favorita” del presidente, Claudia Sheinbaum.

El tiempo ha dado la razón a aquellos que apostaban por un deterioro en la unidad morenista. En esa peculiar dificultad que ha tenido la ex – jefa de Gobierno de nadar entre tiburones. Claudia dejó el cargo luego de un evento faraónico con miles de acarreados que ni siquiera aguantaron el calor de aquel día y apenas comenzando el discurso de la precandidata fueron abandonando por montones la sede del Monumento a la Revolución.

A partir de ese momento las alarmas comenzaron a activarse, pues levantar algarabía y pasiones de la gente en la precampaña no sería nada sencillo. Y tenían razón. Por autoproclamarse la “elegida” del presidente, jugando con la frase #EsClaudia, la morenista arrancó su camino hacia la encuesta con la encomienda de la perfección.

Los desencuentros que ha tenido Claudia desde el día uno, al gritarle y apuntar amenazante a Alfonso Durazo, se han acumulado en eventos por todo el país. Mítines muy forzados, sin efervescencia, ni espíritu triunfador, han mostrado a una Claudia Sheinbaum acartonada, sin voz, cansada, hasta enfadada, que intenta imitar al presidente, incluso con la modulación de la voz, pero que no logra impactar ni conectar con la gente como lo hace el presidente.

GOTITAS DE AGUA:

Claudia, no es López Obrador, ni tiene por qué serlo, pero tanto ella como sus asesores han querido vender esa idea que pocos han comprado. El discurso del continuismo y la permanencia de la autollamada 4T ya se desgastó. Le ayudó por años, pero la vorágine política hace que día a día los temas cambien abruptamente.

La “consentida” ha sido superada en prácticamente todos los obstáculos en tan solo unos días. Y de continuar con este pobre talante, ahogará la continuidad de la autollamada 4T y el legado de su jefe, el presidente López Obrador.

¿Cómo encausará positivamente su desangelada campaña? Es ahora, o nunca. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/sobre-el-camino/.

 

Benjamín Bojórquez Olea

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