Choque de pensamientos

Más que pena ajena, da risa ver cómo los históricos “pro” marxistas o “pro” comunistas se confrontan con los “pro” conservadores o “pro” derechistas, por el caso de los libros de texto creados para el nivel primaria.

Da la sensación de estar viendo unos buenos “rounds” entre todos estos trasnochados del siglo antepasado, gente anquilosada que sigue pensando en el “más allá”, sin comprender que están en el “más acá” y en “el ahora”.

Defienden doctrinas e ideologías pasadas de moda – ¿no se dan cuenta? –, asentadas en pensamientos ancestrales que no permiten ver con claridad lo bueno y lo malo para una sociedad moderna.

De entrada, me parece deplorable que el gobierno federal, a través de la Secretaría de Educación Pública, no haya consultado ni consensuado los contenidos de estos libros con los especialistas en los temas, con los expertos en cada materia, con el propio gremio magisterial.

Hasta donde se sabe, un reducido grupo de doctrinarios de izquierda se fueron por un café -o unos tragos-, se sentaron a deliberar “qué es lo mejor” para la Cuarta Transformación en materia educativa, y lo plasmaron en los libros de texto gratuito.

Este tipo de decisiones unilaterales, verticalistas, autoritarias, sin consenso, por supuesto que tienen un claro corte fascista-comunista-totalitario, característico de los gobiernos extremistas y doctrinarios.

Fue y ha sido la esencia de los gobiernos radicales de izquierdas y de derechas que no permiten ni dejan participar a los auténticos expertos en temas; aquí la ciencia y el pensamiento crítico pasan a un segundo plano.

¿Hasta cuándo los políticos, los gobernantes dejarán de creer que la libertad y el pensamiento son de su propiedad?

 

¿Hasta cuándo van a entender que la educación de calidad con fundamentos científicos y argumentaciones, es lo que hoy predomina en las sociedades más avanzadas, más desarrolladas, más progresistas?

¿Hasta cuándo van a comprender que los dogmatismos y las ideologías ya no aportan nada bueno a las naciones, a las sociedades, a los estudiantes de todos los niveles, que claman un pensamiento imparcial e hipersubjetivo?

¿Por qué el Presidente de la República y su reducido grupo de doctrinarios de izquierda quieren imponer sus ideas, que más allá de la inclusión y la diversidad representan simples postulados y creencias de ghetto?

 

 

¿Acaso no entienden que los viejos postulados de la “lucha de clases”, de “pobres contra ricos”, de “liberales contra conservadores”, ya no aplican en ninguna sociedad digna de respeto? ¿En qué siglo se quedaron?

GOTITAS DE AGUA:

 

Como ciudadanos también habría que preguntarnos por qué los grupos “conservadores” y de “derecha” no terminan de entender que el mundo ya no es en blanco y negro, que hay una amalgama de tonos y de colores que necesitan ser reconocidos cultural y legalmente.

Lo más importante para las sociedades es el reconocimiento de la hipersubjetividad, la amalgama de ideas, los contrastes, porque cada ciudadano, cada persona piensa diferente.

Es válido y necesario pensar diferente, y de ese “choque” de pensamientos deben quedarse las mejores ideas, consensuadas, dialogadas, interactuadas. Ese resultado es el que debe ser plasmado en los libros de textos para nuestra infancia, para nuestra niñez.

“Izquierdas” y “derechas”“liberales” y “conservadores”“retros” y “pros” deben sentarse a tomar las mejores decisiones para México para los ciudadanos, para la sociedad en general, no para sus grupúsculos, no para sus ghettos, no para sus intereses personales.

Y, si nos lo permiten, un consejo para los altos funcionarios de la SEP: chequen bien la redacción de los contenidos, revisen con lupa la ortografía de los textos, registren bien las fechas históricas. No vendan gato por liebre. Sean profesionales.

En fin, los gobernantes, los políticos de todos los partidos deben pensar en un México de todos y para todos. Las nuevas generaciones lo necesitan. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos el Lunes”… 

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/sobre-el-camino/.

 

Benjamín Bojórquez Olea

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