El “humanismo” de la 4t y la atención a mujeres con cáncer de mama
El pasado 19 de octubre se conmemoró en el mundo entero, el día de “la lucha mundial contra el cáncer de mama”, aunque octubre en general, es el mes dedicado a la concientización sobre ese flagelo que preocupa progresivamente a la humanidad. Es una enfermedad que ataca implacablemente al género femenino en su inmensa mayoría, pues el 99.4% del total de defunciones por tumores malignos en el seno, ocurre en mujeres… siendo solo el 0.6% de las víctimas correspondiente a varones, en promedio. Esta forma de cáncer, provoca en el mundo, según cálculos redondeados provenientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), un aproximado a las 670, 000 muertes anuales a partir de un universo de 2.3 millones de mujeres diagnosticadas. Y no obstante el panorama anteriormente descrito, en países como el nuestro, que se ufana de ser ya la 12va (doceava) economía del mundo -festinado esto por la propia presidenta de México en una de sus primeras conferencias ‘mañaneras’- su incipiente gobierno ni el que le antecedió, han tenido el atinado cumplimiento a un objetivo tan básico, tan neurálgico en la vida de una nación como la nuestra, como es el rubro de la salud pública… en casos concretos como el del cáncer de mama. Así como se lee… hay mucho orgullo en este gobierno emanado de la 4 T por “el nivel tan alto de politización del pueblo”, pero simultáneamente, un desconocimiento o claro desdén a objetivos tan prioritarios como la salud pública… debido entre otras cosas a que la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, se encuentra más ocupada en sostener hoy día un pleito contra el Poder Judicial Federal, que en enfocarse a atender temas de auténtica emergencia, que hace muchos meses alcanzaron el grado de emergencia de seguridad nacional, como lo es el incumplimiento por parte de los gobiernos emanados de Morena, de compromisos muy delicados y urgentes prometidos cientos de veces a sus electores en campaña, como es el tema de asignar más presupuesto a los sistemas de salud pública del Estado Mexicano y brindar mayor y mejor atención a sus derechohabientes… entre estos indiscutiblemente, a las pacientes de cáncer de mama… a las mujeres mexicanas pues, que son sus víctimas mayoritarias. En México, tan solo en el lapso comprendido entre 2021 y 2022, según el INEGI a través de su informe denominado ‘Encuesta Nacional de Salud y Nutrición’ 2022, tan solo 15 entidades superaron la tasa de incidencia nacional de cáncer de mama, que es de 27.64 víctimas por cada 100 mil, lo cual indica que es indudable un incremento en la morbilidad y en la mortalidad de ese flagelo de salud pública. Sin embargo, los presupuestos destinados a las instituciones de salud pública como el IMSS, el ISSSTE, ISSSFAM, ISSEMyM, Pemex y otros, se han reducido sensiblemente desde 2018 en los rubros de atención (prevención, consulta y cirugías) al cáncer de mama, gracias a una absurda política “de austeridad” en áreas donde no debería haberla… claro, en aras de que la mayor parte del gasto programable se vaya a los programas asistenciales (becas en efectivo) al denominado “público electoral” del Gobierno. En nuestro país, los estados con las tasas más altas de mortalidad por cáncer de mama son: Sonora con 28.6 muertes por cada 100,000 mujeres; Coahuila con 25.7 muertes; Chihuahua con 24.8 muertes; y, por último, Sinaloa con 22.2 muertes por cada 100 mil féminas. Son los Estados del norte de México los que registran las tasas más altas de mortalidad por cáncer de mama. Esto se explica porque son entidades donde se practica la agricultura comercial para fines de exportación, con esquemas productivos de carácter extensivo… y donde se sigue haciendo uso de plaguicidas que dejan enorme secuela en la población que entra en contacto con estos productos, específicamente las mujeres… aun cuando este gobierno de pseudoizquierda defiende rabiosamente a la ecología y ataca -por lo menos discursivamente- con estruendo, los esquemas de irresponsabilidad social de las empresas monopólicas y oligárquicas del mundo, léase trasnacionales, como la germana Bayer y la estadounidense Monsanto… Aunque hasta el día de hoy, en las postrimerías del mes de octubre de 2024, ya entrados en el segundo sexenio (o segundo piso) de la transformación, el gobierno izquierdista de Morena no ha cumplido o no ha podido, imponerse prohibitivamente ni a esas dos grandes trasnacionales de la química universal … ni a ninguna otra empresa del mundo. Cabe destacar que durante la administración 1988-1994, encabezada por el priista Carlos Salinas, fueron prohibidos por decreto (DOF) en el Diario Oficial, cerca de 20 productos en el año de 1991. Pero no obstante haber establecido compromiso el gobierno anterior encabezado por Andrés López Obrador y el actual por Claudia Sheinbaum, que el país eliminaría el uso de glifosatos como herbicidas agrícolas en enero de 2024, el Gobierno Federal mexicano ha incumplido y ha venido postergando la fecha de la prohibición de ese y otros productos químicos igualmente nocivos. Como se advierte pues, fue más efectivo y sin tanta “cacayaca”, el gobierno del priista Salinas de Gortari, para eso de prohibir con firmeza y hacer valer su intención soberana en sus fronteras. Y en general fueron siempre más eficaces en sus propósitos de resguardar los intereses de la Nación y la soberanía comercial, las administraciones priistas y panistas. Por eso, ningún analista bien intencionado puede evitar señalar a estas dos últimas administraciones morenistas como violadoras sistemáticas del llamado ‘Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales’(PIDESC), en su artículo 12, en sus tres elementos esenciales: la accesibilidad, la disponibilidad y la calidad de la salud. Los que nacimos y vivimos nuestras infancias y adolescencias en Estados con grandes zonas agrícolas como Sinaloa, Sonora y Coahuila, por ejemplo, nunca podremos olvidar el nivel de afectación que provoca al seno de una familia nuclear, la pérdida o el deterioro de la salud de la madre, en la plenitud de su vida. Es un fenómeno cada vez más común en las ciudades y los poblados del norte y el noroeste de México. El ver mujeres sin cabello con una pañoleta o un turbante, producto de las traumáticas sesiones de quimioterapia o con sus senos mutilados por las llamadas ‘mastectomías’, cuando están en la plenitud de sus vidas -se reitera- mostrando en la temprana edad de sus hijos, la vulnerabilidad y lo efímero de la vida… sobre todo cuando se es pobre, cuando se es asalariado… y en el peor de
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