Sobre el Camino

Armando, armando su campaña…

Conste para “trolls” y para los lectores de bien que no hablo de la persona, sino del ejercicio del cargo de alcalde de mi querida, “Tierra Santa”, Salvador Alvarado. Aclaración previa porque llevamos poco tiempo en la historia de la democracia local en nuestra localidad en que cualquier crítica a la gestión política de la alcaldía genera automáticamente el insulto de algunos entregados seguidores que se olvidan del argumento, en pro de la aniquilación del argumentante al que, indefectiblemente mueve la envidia, la frustración o el rencor.

No puede ser considerado un buen alcalde aquel que dirige –sin reacción- los destinos de una ciudad que acelera su caída, cada vez más sin freno. Desde que ostenta la alcaldía se ha estado buscando tapar el sol con un dedo. Una ciudad en la que la actividad económica cierra puertas cada día para no volverse a abrir. Cuántas empresas automotrices y demás han tenido que cerrar sus puertas en los últimos años. Por supuesto, en parte se lo atribuimos al Covid. Todo esto es grave, ya que el empleo disminuye y la delincuencia aumenta.

En las periferias de la localidad o zona rural como quiera usted llamarle se sostienen a duras penas. La debacle y la falta de gestoría son antológicos. Los cierres ya venían de poco tiempo atrás y desde la alcaldía se sigue mirando a los empresarios con recelo, no se bajan impuestos ni se reforma la burocracia para favorecer la actividad, al contrario, se suman más impuestos.

No puede ser buen alcalde aquel que observa impávido, se expresa como si no fuera con él, y no busca el menor estímulo para frenarla, cómo la pérdida de habitantes desangra y da la espalda al proyecto que es Salvador Alvarado, pero no al proyecto personal. Se sigue promocionando, ¿y el municipio para cuándo?

No puede ser un buen alcalde aquel que miente y paga encuestas con dinero del erario público, con la finalidad, de posicionarse para una posible reelección, es más, anticipar escarnio y escozor ante un pueblo que carece de infraestructura, pues, si no fuera por el cariño adoptivo del gobernador sinaloense, destacando la obra social en Salvador Alvarado, estuviera en una crisis financiera bastante complicada. ¿Y la oposición en cabildo? Considero, que no existe.

No puede ser un buen alcalde aquel que presume logros que no son de él, más bien es una falta de respeto al jefe del tercer piso, ya que nuestro edil Alvaradense lo primero que debería de hacer es ponderar al ejecutivo local, sin embargo, se pone como el principal ariete de la obra que se realiza en “Tierra Santa”, Salvador Alvarado.

No puede ser un buen alcalde aquel que gobierna más para su aspiración reeleccionista que para la ciudad. La diferencia en los resultados está a la vista. Hoy, Salvador Alvarado, invadida de inseguridad, de núcleos y desorden, una ciudad donde lo único que crece es la delincuencia y con su presupuesto anual agotado. No saben que puerta tocar para rasurar recursos de la federación y el estado que permitan darle un poco de oxígeno a la actividad económica en materia de infraestructura e inversión pública y privada, es más, nos comentan que algunos funcionarios están a punto de renunciar a sus cargos públicos.

Ya lo dijo el gobernador el pasado lunes en su semanera, déjense de andar haciendo grupitos y grilla, pónganse a trabajar y olvídense de andar acumulando poder. Pero lejos de la autonomía del municipio Alvaradense, Armando Camacho Aguilar, no termina de entender los mensajes de quien manda en Sinaloa. La irreverencia es el platillo favorito del alcalde de la tierra del garbanzo.

GOTITAS DE AGUA:

 

Y, finalmente, no puede ser buen alcalde aquel que de forma ineficaz y al extremo dirige con encono y con esa sonrisa cínica y tribal. Insisto, pintando y limpiando calles no es suficiente para sacar de esta postración al municipio, se requiere de técnica elemental.

No puede ser buen alcalde aquel que solapa a la delincuencia organizada., aquel que cuando no hay capacidad de gestión recurre a buscar ingresos propios sacados de bajo de las piedras, sangrando a tu propio pueblo, sí, a ese pueblo trabajador, ya que establecimientos comerciales deben pagar impuestos por recolección de basura, y yo me pregunto, ¿en dónde están los regidores de Salvador Alvarado? Yo lo sé, callados y disfrutando su cuantioso sueldo, mientras al pueblo le venden pura lengua. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/sobre-el-camino/.

 

Benjamín Bojórquez Olea

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