Qué pesadilla, ver que apalearon a Xóchitl y destruirán a México.
Ningún caso tiene ya quejarnos de que hubo una elección de Estado, llena de trampas.
Los resultados están ahí, con una diferencia de votos que nos resulta inconcebible.
La paliza fue a lo largo y ancho del país, con muy pocas excepciones.
Sinaloa se confirmó como una entidad morenista, llena de irresponsables y lambiscones.
Quedamos completamente a merced de los dictadores.
Se hablaba desde anoche de la fuerte posibilidad de que Morena y sus aliados lograran la mayoría calificada en el Congreso de la Unión.
La posibilidad de que muevan la constitución como les plazca.
Estamos llenos de pesar, porque México no se merece este presente y el futuro ominoso que se ve.
El segundo piso de la transformación continuará con la destrucción del país.
No hay líder ni lideresa que encabece la resistencia.
Xóchitl terminó doblada por la realidad apabullante de las urnas.
Eso de que seguirá luchando por México es un chiste malísimo.
Ni quien se anime a enfrentarse a López, a Claudia y a sus compinches.
Algunos que hasta ayer eran opositores o fingían serlo, brincarán al lado de los dueños de los atoles.
Pasaremos a ser especie en peligro de extinción quienes no nos dejamos seducir por los políticos narcos, mentirosos, rateros y traidores.
Soy uno de ellos, porque chango viejo no aprende maroma nueva: me seguirán viendo llamar a las cosas por su nombre, sin dobleces.
Y, por obvias razones, continuaré padeciendo las mentadas, los insultos y la persecución de quienes se sienten dueños de todo y de todos.
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