Los súper millonarios que tuvimos a partir del presidente Plutarco Elías Calles jamás tuvieron la bondadosa idea de aventar migajas al pueblo de lo que robaban de las arcas oficiales.
Es el mérito indiscutible de nuestro tabasqueño presidente.
Avienta bolo como los padrinos del bautizo.
Se le agradece al tabasqueño y aunque no nos guste su manera autoritaria de gobernar, tampoco hay que decir que no tiene cosas buenas.
No es su dinero, eso ya lo sabemos, pero tampoco era el dinero de Peña Nieto y se lo chingaron a sus anchas en compañía de su gaviota.
Vicente Fox Quesada y Felipe calderón tampoco salieron como indigentes de la presidencia de México.
Eran más simpáticos Peña Nieto, Vicente y Felipe.
De eso no tengo la menor duda.
Andrés Manuel es muy sangrón y pendenciero.
Grillo de todas sus patas, perdonen mi ignorancia, pero no sé cuántas patas tienen los grillos.
No me engaña el tabasqueño con su supuesta honestidad y a las pruebas me remito. Les recuerdo que cuando la pandemia dijo que a los pobres y honrados no les entraba el COVID y Andrés Manuel se ha enfermado de ello varias veces, por lo que debe ser muy deshonesto y rata.
Por su propia boca dibujó su personalidad.
Soy testigo de sus declaraciones y puedo gritárselo en su cara.
No sabemos cuánto ha robado en su paso por el servicio público. No somos tan amigos o socios de fechorías y tampoco sus contadores.
Jamás ha pedido limosna para subsistir.
Chucho el roto robaba para los pobres, Andrés Manuel roba para los pobres y para el también.
Es una especie de socio nuestro, o nuestro corruptor, y lo aceptamos de la mejor manera y sin hacer gestos.
Peña Nieto no compartió nada.
Si nos hubiera dejado saborear un poco de su gaviota, quizá le tuviéramos levantado un nicho que glorificara su nombre a través de los siglos.
Andrés Manuel, aunque quisiera compartir a su Beatriz, dudo mucho que le quisiéramos aceptar su generosidad.
Por eso reparte billetes y se le agradece.
Los otros no dejaban nada y nos quedábamos viéndolos como el chinito.
Vamos Manny, sigue disponiendo del erario y avienta monedas al aire que tanto se necesitan para comprar comida.
Reparte hasta donde te alcance y luego vete en el silencio de los expresidentes y no regreses jamás a los reflectores de la política nacional.
Ni se te ocurra quedarte.
Seis años son bastantes y aunque la canción diga que veinte años son nada, no caigas en esa tentación y libranos del mal amén.
Hasta mañana.
Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/fax-del-fax/.