Mi interlocutor de las mañanas no le reconoce esta calidad y en cambio me afirma que se trata de un SOCIOPATA.
En lo personal y por los conceptos encontrados en GOOGLE, mi posición es reconocer en nuestro presidente la calidad de conductor de masas.
Lo siguen y es la característica de un liderazgo.
Que nos guste o no la manera de ser de Andrés Manuel es harina de otro costal.
El peje lagarto tiene lo suyo.
Grillo a más no poder y sagaz como pocos.
Muestra ante los públicos de intelectualidad reconocida un bajo perfil, pero ante las masas que controla se convierte en un supremo conductor.
No es de mi preferencia su liderazgo, de hecho, quiero que el tiempo vuele y nos llegue el siguiente presidente.
Puede ser mejor o más desgraciado y nos corresponde a los ciudadanos escoger muy bien a quién cruzamos en la boleta electoral.
Andrés Manuel impondrá a su sucesor.
De eso estoy consciente, y aunque no lo acepte, así parece estar escrito.
Pudiera armarse una buena careada en el 2024, depende de los partidos que se unan y del mono que escojan para que los represente.
Luis Donaldo Colosio parece estar muy posicionado a pesar de no encontrarse en campaña como las corcholatas de MORENA.
Será cosa de tiempo y me urge que se llegue el momento de sufragar.
A mis setenta y siete años no se sabe si llegaremos al 2024.
Queremos que así se den las cosas, sin embargo, depende de lo que diga el que nos envió a este mundo a sufrir las penas y gozar con las delicias.
Diré como Amado Nervo.
Vida estamos en paz.
Cuando se llegue la hora de partir, espero no orinarme en los calzones o en la zapeta y llegar a los reinos de Dios limpios y de buen olor.
Si nuestro destino es acompañar a Lucifer, no queremos llegarle desaseado y que las fragancias del azufre tomen su lugar rápidamente, en la chira de alma que le entregamos al mentado satanás.
De una cosa estoy seguro, Andrés Manuel jamás tendrá lugar en la gloria.
Sus habilidades beisbolísticas no borrarán las maldades que a diario comete en contra de los ciudadanos que no estamos de acuerdo con su liderazgo.
El presidente es un desgraciado de las cuatro patas.
Su política de abrazos y no balazos esconden la ruindad de su espíritu y no engañará a Dios cuando sea juzgado.
San Pedro, que es el llavero del cielo, lo tiene en la lista negra y su destino es ser morador de las tinieblas y tratar de embaucar al diablo.
Querrá a su llegada al infierno dar golpe de Estado y desconocer el gobierno de Satanás.
El numerito lo llevará de la tierra nostra y lo querrá imponer a los habitantes de las tierras calientes del averno.
Hasta mañana.
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