Amadeo y Gerardo… ¿Coincidencia?

Don Amadeo Barriga Buenrostro, ranchero de noble corazón, vivió, según la crónica, en un pequeño poblado de Sinaloa, a principios del siglo pasado.

Fue siempre un hombre recio, y aunque de carácter fuerte, se distinguió por ser un hombre amoroso, y de probada bondad.

Fue un guardián del honor de su familia y celoso de la defensa del apellido Barriga, herencia innata de su señor padre.

Fue padre Don Amadeo, contrario a la costumbre y usanza de aquellos tiempos, de un solo hijo, a quien puso el nombre de Amancio.

Aunque deseaba procrear más familia, Amadeo se conformó por tener en Amancio al hijo varoncito que garantizaría el legado y prolongación de la dinastía de los Barriga.

Pasaron los años y la vida en su ritmo inexorable convirtió al hijo único de Amadeo, en un impetuoso joven cuyo objetivo sería el de casarse y seguir dejando al mundo el legado del honroso apelativo Barriga a través de sus hijos.

Sin embargo, por cosas del destino, del matrimonio de Amadeo solo llego a este mundo un solo hijo, ya que su joven esposa falleció en el parto.

“Al menos la criatura fue hombrecito, dijo el viejo Amadeo a su hijo Amancio, al enterarse del fatal desenlace de aquel nacimiento, que a l vez lo habían dejado en la viudez.

Por cierto, fue el mismo Amado Barriga quien pidió a su hijo Amancio que al nuevo heredero de la familia se le impusiera el nombre de Amado.

Y fue así como se conformó aquella tercia de personajes, apreciados y bien vistos por los lugareños de la región.

Amadeo, Amancio y Amado, eran de tal modo bien vistos por la gente.

Así las cosas, y ya metido con el árbol genealógico de Don Amadeo, omitir no debo que el viejo de la familia, siempre estuvo temeroso de que el fenómeno del hijo único se repitiera con su nieto “Amadito” como le dijo siempre.

Y es que Don Amadeo deseaba de todo corazón dejar mucha semilla sembrada en el mundo del apellido Barriga.

Por esa razón, cuando “Amadito” ya convertido en un hombre hecho y derecho, empezó a noviar con la hermosa muchacha de un pueblo vecino, cuyo nombre era Dolores.

Sobre esta historia, tendría que decir que según las crónicas de los juglares de aquella época, el viejo Amadeo, contrario a la bondadosa actitud que siempre lo distinguió, esta vez se opuso de manera rotunda al romance de su nieto.

“Búscate otra muchacha, Amadito, le recomendó el abuelo a su nieto.

¿Pero abuelo, por qué me pides que deje a Dolores, si es la mujer más hermosa y buena de toda la comarca?, quizo saber el joven Amado.

“No me gusta su nombre “Mijo”… No me da buena espina y pienso que si te casas con ella, hasta ahí va llegar nuestro apellido”.

¿Pero, por qué dices que se acabó el legado de los Barriga Abuelo?, quiso saber el primogénita y único hijo de Amancio y futuro esposo de la hermosa “Lolita”.

¿Qué no ves insensato, el nombre que va adoptar, esa mujer al convertirse en tu esposa?.

¿Es que no has entendido “Amadito” que su nombre de casada será el de Dolores de Barriga”?.

Enseguida, con la cabeza agachada, el viejo se retira, no sin entes volver a decir…“Para mí, ese nombre es un mal augurio, y creo que esta muchacha no va parir.

Y sería el sereno, pero se dice que el matrimonio de Amado y Dolores en efecto, nunca pudieron procrear un hijo.

Lo triste de la historia, es que, pese a las intensas batallas conyugales que Amado libró con Dolores, (su mujer) nunca pudo hacer descendencia, confirmando así la aventurada predicción del tal Don Amadeo.

Se dice que a cada sospecha de embarazo, se manifestaban en la pobre muchacha intensos dolores de barriga, dejando el parto en puras promesas.

LA SIMILITUD EN EL CASO GERARDO VARGAS.

Por cierto, el histórico hecho antes narrado, me ofrece una especie de similitud con el caso reciente del ex alcalde de Ahome Gerardo Vargas Landeros.

Y es que en ambos casos, los dolores de barriga fueron parte importante en el desenlace de sus respectivas historias.

En el caso de Amado, hijo de Amancio y nieto de Amadeo, se le cumplió la advertencia del abuelo, basada en la superstición de que, con su esposa Dolores de Barriga, no podría coronar sus planes familiares.

Y, en el tema de Gerardo Vargas Landeros, no se puede hablar de superstición, pero si de una presunta suposición, de que su fuerza política y apoyo social, le eran suficientes para abortar cualquier tipo de amenaza judicial, provenientes de sus adversarios y enemigos políticos.

Son a final de cuentas, dos historias de vida, donde los Dolores de Barriga, jugaron un papel importante… Nos veremos enseguidita.

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Armando Ojeda
Armando Ojeda

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