El gran árbol había crecido como lo hacían en esos tiempos el resto de los verdes montes.
Se trataba de un gran mezquite, de cuyas abundantes ramas pendían una especie de ejotes, conocidos por los moradores de aquellos pueblos rurales, como el TOJIL.
Servía ese ramaje para la elaboración de un TE natural, cuyo contenido era suministrado como alimento a los infantes en edad de lactancia.
Desde luego, debo hacer la aclaración, que el mencionado TE de TOJIL era la opción alimenticia, pero por supuesto para los niños de las familias hoy identificadas como vulnerables, y que antes se le identificaba, como los jodidos del rancho.
Pero regresando al tema del gran árbol de mezquite con que hoy inicio este escrito, debo advertir que hasta donde supe, nadie lo vio nacer, y tampoco estuvo al tanto de su desarrollo vegetativo.
Y es que, así aparecían y se esparcían los arboles de los montes, sin otro cuidado que no fuera el amoroso cobijo de la madre naturaleza, la que los alimentaba con el agua de las lluvias, la tierra prodigiosa de nuestra región, y los indispensables rayos del sol.
Y claro, el maravilloso arrullo del canto de las cientos de aves silvestres que revoloteaban y construían sus nidos en sus ramas.
Toda esa mezcla de sonidos matinales y silenciosos espacios nocturnos, ofrecían el toque perfecto que armonizaba aquellos viejos y coloridos entornos.
Fue de tal manera, el ese enorme mezquite que había crecido en los límites de la cerca perimetral de nuestra vivienda, el que hoy me inspira a escribir estas letras locas.
Amanecía aquella lejana mañana de mi vida infantil, en que, como antes dije, el canto de aves silvestres y de corral, indicaban el nacimiento del nuevo día.
Un pequeño salto del catre, y con unos pasos después, me encontraba ya instalado en el patio de aquella, mi siempre recordada casita de adobe.
La “RESORTERA” que había sido retirada de mi cuello, asi como la bolsa del pantalón cargada con un puñado de redondas piedras, conformaban mis herramientas para la caza del día.
El objetivo del mañanero operativo, por obvio, era entendible; Conseguir al menos una paloma para el guiso de mi necesario desayuno.
Ese día había yo decidido implementar una atrevida estrategia de caza, ya que en los últimos días la carne de paloma había desaparecido del asador de las hornillas.
La idea era subir a las ramas más altas de aquel mezquite, para lograr un buen camuflaje, y desde ahí quedar en posibilidades de conseguir con mayor facilidad la presa anhelada…Es decir, la paloma.
Y fue en los afanes de la escalada al altivo y generoso mezquite, donde me encontré con un cuadro, que me impacto y siempre recordaré.
En lo alto del árbol, me encontré con un hermoso, bien diseñado y mejor escondido nido de paloma.
Lo observe un momento, para enseguida avanzar lentamente hacia la gran enramada en que había sido construido por aquella inteligente ave silvestre.
Por un instante pensé que el nido estaba temporalmente abandonado, y que la paloma no tardaría en regresar.
Sin embargo, pronto me di cuenta de mi error; Y es que, tras avanzar un poco, pude observar que dentro del nido estaban tres pequeñas avecillas… Muertas.
Entendí enseguida, que las tres palomitas habrían muerto apenas saliendo del cascaron del huevo.
Murieron de hambre, pude concluir en una muy apresurada apreciación.
Enseguida una pregunta reboto en mi apesadumbrada mente; Pero, nadie nunca, ha sabido que una paloma abandone a sus crías dentro de su nido, reflexioné.
“Hasta las malagradecidas pichigüilas cuidan a sus avecillas hasta que sus alas empluman y emprenden su vuelo”, esbozaba para mi intelecto.
Pensativo, y de bajada ya de aquel viejo y muy recordado mezquite, llegue a mi gran e irrefutable conclusión.
Las pequeñas avecillas murieron ante la falta de la única especie que podía conseguir su alimento y depositarlo en sus pequeños picos; Es decir, SU MADRE, la paloma.
No alcanzaron la edad en que sus alas les habrían permitido volar; La muerte de la paloma madre ocurrió antes de que emplumaran y pudieran emprender su propio vuelo.
Sin su principal proveedor de recursos para sobrevivir a la necesidad de alimentos, y también sin quien las defendiera de los ataques propios de los depredadores naturales, las palomitas, murieron de hambre, abandono y soledad.
JESUS AGUILAR Y LA PALOMA… LA METAFORA.
Sobra decirles, que con los recuerdos de la paloma y sus malogradas crías, mi inquieto pensamiento me llevó a juguetear con un METAFORICO pensamiento, relacionado con un suceso recientemente ocurrido aquí en Sinaloa.
Hace un par de semanas, murió un líder político, bajo cuyo nido, sombra y regazo nacieron y florecieron varias “avecillas”, que hoy revolotean alrededor del nido perdido, buscando su sobrevivencia.
El ex Gobernador de Sinaloa Jesús Aguilar Padilla, con su experiencia y sus lazos políticos construidos a nivel Estatal y nacional, se había constituido en el líder mayor de la principal corriente del priismo local.
La voz del ex gobernador, era escuchada y atendida no solo por sus tropas, sino también desde otros flancos de poder.
Todos lo sabían, Aguilar tenía fuerza y presencia en Sinaloa y en el centro del país.
Quizá por esa razón, y golpeados por el dolor, el día de sus funerales, y durante los momentos en que en los patios de Palacio de gobierno se le rindieron honores de cuerpo presente, el grupo de los llamados aguilaristas, rompieron el protocolo acordado por las autoridades del gobierno del Estado.
La idea oficial era, que la guardia de honor la hicieran miembros de la familia, sin embargo los puros del aguilarismo, se instalaron a los costados del féretro, como tratando de decir; “Este cuerpo es nuestro”.
Se sabe que una empleada del gobierno estatal, les pidió que se retiraran ya que su guardia no estaba en el protocolo.
La respuesta que los aguilaristas le brindaron a la intrépida empleada, se las dejamos para otra ocasión.
Por otro lado, ha trascendido también, que los últimos deseos en materia política, expresados por Jesús Aguilar fueron para uno de sus grandes y poderosos amigos…”Te quiero pedir, como mi último deseo, que lleves a la gubernatura de Sinaloa a uno de estos dos muchachos”.
Se dice, por parte de quienes se enteraron de la gran encomienda, que los dos aludidos, ostentan en estos momentos el cargo de Diputados locales.
De hacerse efectivo el rumor sobre el presunto deseo de Aguilar Padilla, estaríamos ante la posibilidad de que la parábola de la Paloma fuera derrumbada por un aguilarismo que, aun después de fallecido su padre político, lucharían por subsistir y renacer en las lides de esa apasionante y difícil actividad.
Por cierto, ya para cerrar esta columna, le comento que es muy posible que los herederos de lo que queda de la fuerza aguilarista, estarían dando mucho de qué hablar en la lucha que ya se libra por la presidencia del CDE del PRI en Sinaloa.
Se habla de una posible cargada en favor del ex alcalde de Ahome Álvaro Ruelas para que asuma el control político del cascaron que queda del PRI Estatal, lo que al parecer no sería muy bien recibido por los también llamados huérfanos de “Chuy” Aguilar.
Que no se descarte entonces, la toma de las oficinas del tricolor si los impulsores de Álvaro Ruelas pretenden llevarlo a ocupar la presidencia del partido.
Se sabe que los aguilaristas no estarían dispuestos a permitir el arribo a la dirigencia priista de un personaje al que consideran un arribista sin méritos para ocupar ese encargo… Eso se dice, pero, habría que ver… Nos vemos enseguidita.
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