Adicción al poder…

El problema político en nuestro país ya no es cómo se accede al poder, sino cómo se ejerce ese poder. Me explico.

En su artículo “Fallar no debiera ser alternativa” del 11 de junio de este año, Lorenzo Meyer reconoció que la 4T ha tenido pocos avances en tres temas: el combate a la desigualdad, el combate a la gran corrupción y la neutralización de la violencia del crimen organizado. Pero que en contraste “ha avanzado mucho en el campo político electoral”.

 

 

Es decir: los partidos de la autollamada Cuarta Transformación han hecho muy poco por resolver los grandes problemas públicos que prometieron resolver, pero tienen hoy mucho más poder que hace cinco años.

Desde el gobierno de Vicente Fox fue quedando claro para algunos que el problema político en nuestro país ya no era tanto cómo se accede al poder, sino cómo se ejerce ese poder. Concretamente, si se utilizaba eficazmente para resolver nuestros problemas públicos.

Hoy parece haberse olvidado esa reflexión: nuestra clase política parece estar centrada en acceder el poder y mantenerlo, más que en resolver nuestros problemas públicos. Y, eso me queda bastante claro.

Hoy vemos a nuestra clase política concentrada en las elecciones presidenciales del 2024. Estamos todavía lejos del inicio del proceso electoral, pero desde hace varios meses los políticos más destacados del país están concentrados en esas elecciones. Sin embargo, sus cargos públicos, son platos de segunda mesa.

Ya está este sexenio en su fase final. Pero, ¿a quién le importa que los grandes problemas nacionales estén lejos de ser resueltos, si Morena y sus aliados tienen más cargos de elección? Lo que importa ahora es mantener ese poder, ganando la Presidencia de la República y otros cargos en la próxima elección.

Desde que hay jerarquías políticas la “adicción al poder” ha sido un problema. Es una adicción sumamente severa, fuente de terribles males. Pero supuestamente la democracia, o el desarrollo político en general, han servido para limitar o eliminar esa adicción y poner los cargos públicos al servicio de la sociedad.

Y mucho se ha logrado en muchos casos. Una característica de las democracias desarrolladas es que han limitado las ambiciones personales de sus políticos, y han logrado que éstos se dediquen a gobernar, a resolver los problemas de la sociedad, más que en regodearse con sus privilegios, así sea simplemente atraer la atención de los reflectores.

GOTITAS DE AGUA:

Pero es una solución frágil. Continuamente en riesgo. Lo estamos viendo hoy en México. De acuerdo con Meyer: hay muy pocos avances (incluso retrocesos, como muestran los datos del propio gobierno) en los grandes problemas del país.

Pero, ¿por qué habría de preocuparle esto a nuestra clase política, si el grupo en el poder tiene cada vez más poder? ¿Acaso el poder derriba la mentira? Tal parece que sí. Se comprende que se desentiendan de sus responsabilidades republicanas y se concentren en sus intereses personales y de grupo. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/sobre-el-camino/.

 

Benjamín Bojórquez Olea

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