Pareciera lava ardiente la que sale de los cauces de Palacio Nacional y quema todo lo que a su paso encuentra, y nos condena a vivir bajo las paupérrimas condiciones que nos impone el presidente de México.
Su odio es creciente y su impetuosidad extremosa.
Forma conciencias negativas entre sus seguidores y genera el ánimo de eliminar en nombre del bien supremo, a todo lo que no pertenezca al bosque del moderno Atila.
Que triste panorama para el futuro inmediato y que condiciones tan desastrosas en que se nos obliga a vivir el presente.
Los demonios aposentaron su influencia en este modelo de ultraizquierda con el cuerpo invadido por el rey de las tinieblas.
El Dios Hades, de la mitología griega, encarnado por Andrés Manuel y somos la nación mexicana los raptados por el señor del inframundo.
Nos desposó por la fuerza de las urnas y nos mantiene secuestrados defendiendo su derecho mediante el terror de sus acciones.
Asesinar a un hombre que proclama la libertad de expresión fue la intención reciente en el atentado al periodista Ciro Gómez Leyva.
No se sabe a ciencia cierta el móvil y tampoco si hay ordenadores intelectuales, pero seguros estamos, que nuestro gobierno es responsable de la seguridad y ha fallado lamentablemente en todos los sentidos.
Ataque directo fue la sentencia inicial de los elementos policiacos que acudieron a proteger a quién estuvo a punto de perder la vida.
Ciro se refugió en el domicilio de Manlio Fabio Beltrones, en un acto reflejo de ponerse a salvo y logró que la seguridad de la privada habitacional abriera sus puertas y despertaran al político sonorense.
La siembra del odio estuvo a punto de levantar cosecha de muerte, pero los dioses del olimpo protegieron a Ciro y despertaron las conciencias de miles de mexicanos que expresaron su repudio al intento de asesinato.
Todo mundo culpa al presidente del atentado.
Se hicieron remembranzas del asesinato del general Álvaro Obregón y cuando la gente preguntaba quién lo mando matar, la respuesta era …” Cállese la boca” para señalar al poderoso mandatario fundador del PRI.
Es la misma historia.
¿Quién mandó matar a Ciro?
Sabrá “LA CHINGADA”. Así se llama el rancho de Andrés Manuel López Obrador. Así quedará grabado por siempre en las conciencias de los que sentimos que nos llevan encadenados a un proyecto no deseado.
Los agentes determinaron homicidio en grado de tentativa.
Ni siquiera esbozaron la posibilidad de un asalto o secuestro, y aunque después resulte que los hechos desembocan en otros cauces, la primera impresión quedará grabada a sangre y fuego.
Andrés Manuel escupe amarguras contra los que señalan su manera errónea de gobernar y los sataniza frente a los ojos y oídos de sus seguidores.
Cualquier fanático de su cuarta transformación, se puede convertir en el brazo armado que satisfaga al Dios que mandata la venganza como valor universal.
Hades mora en Palacio Nacional.
Nos mantiene secuestrados en su inframundo.
No hay escape posible en nuestros tiempos.
La perversidad brota desde los rincones de Palacio Nacional e inunda el país por completo y nos ahoga a los seres pensantes, que no acatamos, o no queremos acatar, los mandatos de la perversidad y el odio.
Celebramos que Ciro se encuentre a salvo.
Hasta mañana.
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