En Sinaloa, dos personajes decidieron abandonar sus oficios de origen, para entrarle al inquietante, apasionante, y rentable juego de la política.
La academia les concedió sus títulos profesionales; Químico de oficio, uno, y Abogado litigante el otro.
Sin embargo, el diablo que no duerme en su histórica y legendaria tarea de hacer travesuras a la humanidad, llega y mete la cola, infectando de soberbia, prepotencia y ambición a nuestros dos personajes.
Al Abogado y al Químico, les alcanzó por igual, el maleficio de los juegos de azar, en donde los principiantes normalmente inician ganando, para después perder todos los frutos alcanzados.
Por ello, como antes señalé, alejados de los libros que los convirtieron en profesionales de sus respectivos campos académicos, el par de universitarios iniciaron su carrera política ganando y saboreando las mieles del éxito político.
Solo que nadie pareció advertirles que esas mieles nos empalagan, y, si no sabemos administrar de manera correcta la dosis, el elíxir suele ser altamente dañino.
Por esa razón, es decir, por no saber entender que la política te concede grandes privilegios, pero igual, en el momento menos esperado te los arrebata, ambos pasan hoy, tragos amargos.
Ante esa perspectiva de las cosas, la realidad me haría entender que tanto el Abogado como el Químico, no debieran perder el tiempo buscando responsables de la situación que enfrentan, porque los únicos culpables de sus desgracias, son ellos mismos.
No es el gobernador Rubén Rocha Moya, ni es el Presidente de la Junta de Coordinación política del Congreso del Estado Feliciano Castro Meléndrez, tampoco es responsable la Fiscal general de Justicia de Sinaloa Sara Bruna Quiñonez, y de ninguna manera se debe acusar a la titular de la ASE Ema Guadalupe Félix Rivera.
Los dos políticos sinaloenses, cometieron graves errores, tanto en el terreno político, como en el desempeño de sus funciones públicas, por decisión y voluntad propia.
Los dos construyeron sus culpas, en base a sus acciones personales, y sin intermediario alguno, lo que elimina de facto la idea del complot o persecución política alguna.
No puede hablarse de un “COMPLOT”, cuando las evidencias de culpabilidad de los implicados son prácticamente públicas.
Las autoridades encargadas de sancionar conductas ilegales, solo realizan su papel en base a pruebas que arrojan las investigaciones pertinentes, sobre el ejercicio de las funciones públicas.
Ante tan contundente realidad, me queda claro, que, tanto el Químico, como el Abogado, son arquitectos de su propio destino.
Cometieron ambos, imperdonables errores políticos, y también faltas administrativas en el manejo de recursos públicos y eso se sanciona.
Es posible que los personajes de marras, se sobregiraron en la autovaloración de su poder político.
Retaron a propios y extraños, pensando que serían defendidos por el pueblo que les había entregado el favor de la reelección en los cargos de alcaldes, cosa que sabemos, no ocurrió.
En el marco de ese comportamiento, tanto el Químico, como el Abogado, prácticamente pusieron sus huesos en charola de plata frente a sus presuntos adversarios, quienes solo se concretaron a cumplir con los dictados de la ley.
Hoy, se muestran sumisos y arrepentidos, y ahora sin arrogancia, esperan el beneficio de un indulto político, que de ocurrir, bien podría arrastrar al perdón judicial.
Sin embargo, tanto el perdón, como la clemencia y el olvido de graves afrentas políticas y personales, es más bien tarea de un sacerdote, que de un político, aunque a veces hay excepciones.
Lo cierto es que, hoy, los multicitados profesionistas convertidos en políticos, tienen un pie en esas calles que no hace mucho tiempo recorrieron abrazados por la gloria del éxito, y el otro, en el horrible e indeseable piso de una celda de prisión.
Lo dicho, la política te premia, si actúas con honestidad y prudencia, pero te castiga, si lo haces con avaricia y prepotencia… Bueno, por lo menos así debiera ser en todos los casos.
Por cierto, aplicable e imperdible, sería para ambos, la letra de aquella exitosa canción interpretada por el venezolano José Luis Rodríguez “El Puma”, titulada, “CULPABLE SOY YO”.
“El Químico, trovador y bohemio, bien podría rasgar su guitarra para cantarle a su MORENA… “Culpable soy yo, por haberte tenido olvidada, por dejar que muriera el amor, por haberte negado mi mano… CULPABLE SOY YO… Nos vemos enseguidita.
Todas mis columnas en: