Esa fecha tan sentida, en el olvido cayó.
Celebraciones y fiestas, solamente permitidas, para ensalzar la figura, del que, en sus mañaneras, nos tritura y aniquila.
El pueblo sabio y bueno, a las urnas acudió. Con rabia sorda infinita, se inclinó por morenistas, y a los partidos contrarios, con sufragios enterró.
La espada de la venganza, en manos de resentidos, es más filosa y mortal, que todo lo conocido.
Así llegó Andrés Manuel, para saborear la gloria y pintar con su pincel, este jirón de la historia.
Hay gente que me grita, pronto te arrepentirás, es Judas Andrés Manuel y también es Barrabás.
Entiendo tantos lamentos, de los que son detractores, vivimos en oscuridad y ellos con sus reflectores.
Para obras majestuosas, según sus apreciaciones, no hay límites de dinero y para “moches” tampoco.
Ese es Andrés Manuel, el de palabras bonitas y las uñas afiladas, que desgarran nuestra carne y despedazan el alma.
Dos bocas nada produce y se inunda con lloviznas, refinería muy salada, que nos genera mil gastos y de gasolina nada.
La obra de ingeniería, a cargo de los soldados, que pretende ser chingona, solo de gloria tiene, el nombre de un gran patriota y de aeronáutica, nada.
Y ese tren, chucu, chucu, que destruye sierra Maya, es obra concesionada, a los amigos y socios, saqueadores del erario y de patriotismo nada.
Les recuerdo el dos de octubre, a los que lloran sus muertos.
En nuestro triste País, solo se rinde honor, a lo que diga y disponga, este nuevo dictador.
Hasta mañana.
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