A pesar, de que no hay condiciones políticas actuales, Marco Antonio Osuna Moreno, ex candidato del PRI a la alcaldía por el municipio de Los Mochis, Sinaloa, tiene una luz interior, un fuego que no se apaga, que va más allá de un propósito.
Conocí a Marco Osuna siendo legislador, me pareció interesante, no siempre temerario, pero siempre con esa gallardía para imponer su criterio y la realidad jurídica del congreso, que más allá de la verdad impulsada ante la tribuna siempre impulsó la congruencia, aunque pisara callos ya sea de derecha e izquierda, un pensamiento autónomo.
Un personaje que siempre ha impactado por su devoción al ser un buen orador. Al escucharlo desde el recinto no solo impactó desde mi nuca, sino que recorrió en una sola voz por el ex ejecutivo local, Quirino Ordaz Coppel, nombrándolo poco después, sub – secretario de gobierno, en pocas palabras, no lo dejó ir, aunque se corría el riesgo de moverlo a un corto plazo por su irreverencia, pero siempre con un alto grado de razón.
Pero, ante todo, desde el congreso y la función pública, supo que era un escalofrió político, incomodaba porque sentía en sus entrañas que estaba presenciando un momento inusitado, privado y secreto, profundo y exclusivo, insondable e inescrutable, entre dos o más seres en política, las circunstancias y Marco, dos situaciones que a pesar de los resultados en las pasadas elecciones no se ha rendido y sigue respirando por la herida.
Nadie más cabía en esa ecuación política por más que la plegaria se hiciera delante de lo público porque sabíamos que estaba entrañablemente excluido ante una coyuntura nada favorable desde las urnas. Sin embargo, sabe que la política te da revanchas. “Al tiempo”.
Cuenta la historia que, de niño era de muy escasos recursos, vivía en el campo y vendía lo que podía en su pueblo para ayudar con los gastos de su familia. Desde su posición actual regresa a sus orígenes, mostrando videos y fotos en redes sociales en donde rubrica lo que realmente es Marco Osuna, hombre luchador, de campo y de buenas costumbres.
En su vida política ha ganado mucho y ha perdido también, eso, de momento, pero lo único que no ha perdido es una buena actitud y ganas de servir a la gente desde sus trincheras y condiciones, mientras la vida siga permitiéndoselo.
Pero la historia de vida de Marco Osuna, ejemplo de indecibles retos y dificultades superados por sus grandes éxitos en la vida pública y privada; admirable por su resistencia, perseverancia y enfoque; por perseguir un propósito sin descanso, sin dudas y total certeza; con enorme alegría de vivir y gran emoción como si de un juego de niños se tratara, a la vez de gran humildad y entrega total a su familia.
Pero, a mí no me convence esa interpretación que advierten y vierten de Marco con todo respeto, admiración y cariño de la gente. Merece sobradamente lo que ha cosechado y comparte con enorme alegría, el “know how de su éxito”. Pero creo que se deja fuera lo que él es.
GOTITAS DE AGUA:
Marco Osuna tiene una luz interior, un fuego que no mengua ni se apaga; va más allá de haber tenido un propósito claro y certero cuando migró a la política para salir en defensa de los suyos y ayudar a la gente de abajo, sin darse por vencido, lograrlo y después compartirlo; pero no es “el enseñar a perseguir la meta”, sino que cada quien se abra y recorra el irrepetible camino que tiene ante sí, al encender su propio fuego interior con su propio combustible; no es un ejemplo o modelo porque a Marco nadie lo podrá copiar ni será repetible. Es buscar en el interior de cada quién el fuego que es capaz de crear, de mantener vivo y de contagiar; no es por fuera, es encender todo el combustible que porta por dentro para que ese fuego suceda y no se apague. Sólo así. Como dice Marco sabiamente: “Se pierde la batalla, pero no la guerra”.
Si Marco Osuna es un loco con un fuego loco que arde la vida con tantas ganas que contagia; nadie mejor que un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende. Así anda luchando por la vida, todo terreno, pero con los pies firmes y bien puestos en la tierra. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. Nos vemos Mañana”…
Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/sobre-el-camino/.