Para comprender nuestros gobiernos, ¿son suficientes los conceptos de izquierda y derecha? Vaya disyuntiva.
La distinción izquierda, derecha, centro, ¿es un instrumento analítico? ¿O es más bien la expresión de identidades políticas? Para algunos será ambas cosas: son conceptos para analizar la realidad y también expresan posiciones políticas.
Pero no es tan claro que así sea. No en todos los casos. Habrá ocasiones en que una de las dos funciones opaque y elimine a la otra. Puede suceder que la distinción exprese muy bien nuestros propios valores y la forma como identificamos a nuestros adversarios, pero que al hacerlo pierda su capacidad para analizar la realidad.
Alguna vez escuché a alguien criticando a quienes consideraba de izquierda: tienen pensamiento débil, no son capaces de análisis sutiles; tienen propuestas simplistas para problemas complejos; creen que la llegada de determinado partido o un individuo al poder bastan para resolver nuestros problemas.
Puede haber individuos y grupos con esas características, pero no forman una tendencia generalizada, un bloque mayoritario y unido a lo largo del tiempo y del espacio. No se puede considerar que eso sea “la izquierda”.
Alguna vez en una mesa redonda un destacado intelectual, hoy cortesano de Palacio, expresó que ser de izquierda era estar por el progreso, los más necesitados, la paz, la igualdad, los derechos humanos. Es decir, todos los valores positivos. Por lo que ser de derecha sería estar con todo lo negativo. Seguramente con eso se sentía muy bien, pero es claro que obstaculizan más que ayudan a comprender la realidad.
Otro asunto que pone en duda la utilidad analítica de estos términos es que la identidad ha cambiado radicalmente con el tiempo. En el siglo XX, ser de izquierda era estar con los sistemas soviéticos que negaban prácticamente todos los derechos de la democracia constitucional: de propiedad, de expresión, de asociación. Los consideraban derechos “burgueses”. Hoy la mayoría de quienes se identifican con la izquierda los reivindican. Un cambio de 180 grados. ¿Es sensato utilizar la misma palabra para algo que cambió tanto? ¿Esperamos otros cambios igualmente de radicales en la gente que se identifica con ese término?
GOTITAS DE AGUA:
Para profundizar más, Jean Piaget escribió alguna vez sobre la necesidad de “descentración” en las ciencias sociales. Partía de lo que él consideraba una tendencia común a todos los humanos: centrarnos en nuestras propias ideas y generalizarlas, sin verificar qué tan ciertas son. Ponía el ejemplo de Rousseau: cuando describió al ser humano en estado de naturaleza se describió a sí mismo. El buen salvaje de Rousseau es un individuo muy similar a Juan Jacobo Rousseau.
Puede ser que caigamos en eso cuando proyectamos los valores políticos que nos dan identidad y los convertimos en instrumentos analíticos.
Para comprender lo esencial de nuestros gobiernos (federales, estatales y municipales), ¿son necesarios y suficientes los conceptos de izquierda y derecha? Creo que no. Necesitamos otros términos. Solo así dejaremos la división y nos concentraremos en un país más innovador y justo. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos el Lunes”…
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