Como adelanté, hoy es columna de reflexión y autocrítica, con la pregunta de hasta dónde el periodismo de Sinaloa es cobarde, conformista o palero.
Me disculpo con quienes seguramente disentirán, pero estamos muy lejos de ver aquel ejercicio periodístico de compromiso social que merecidamente nos ganó prestigio y reconocimiento tanto nacional como internacional.
Qué tiempos aquellos en los que, sin importar el color político, las corrupciones eran noticia principal en casi todos los medios, con seguimientos obligados.
Las cosas cambiaron de manera rotunda.
Una revisión muy simple nos revela una nueva realidad.
Con sus notables excepciones que debemos reconocer, hay periodistas y medios de comunicación que eluden tocar con el pétalo de una sola línea las raterías del gobernador Rubén Rocha Moya, de sus familiares y de su pandilla.
Admitamos que no resulta fácil enfrentar a quienes han demostrado que no se detienen ante nada para perseguir a los que se atreven a decir las verdades que les incomodan.
Tenemos que sobrevivir como medio y como periodista, y aquí está el meollo del problema.
Al linchamiento permanente contra la libertad de expresión, sumemos el uso del poder económico del gobierno para someter o controlar a las empresas y a los periodistas independientes.
La publicidad y los convenios de difusión informativa como chantaje, y el fisco como amenaza.
Amor con amor se paga, mientras criticar es un “crimen” que se persigue y castiga.
Todos los que ejercemos este noble oficio conocemos los riesgos.
Quien esto escribe comencé a trabajar en Noroeste Mazatlán el mes de diciembre de 1980, y desde entonces he visto con mucho orgullo manifestaciones sobradas de un periodismo valiente al que no le importaron las consecuencias de decir la verdad y defender la justicia.
Muchos periodistas y medios de comunicación siguen ahí, y otros llegaron.
Algunos se mantienen como ejemplo de convicción y de compromiso.
En esto mi reflexión propositiva, y mi llamado para que empujemos por un periodismo que cumpla a plenitud con la elevada responsabilidad.
Apelo a que reforcemos nuestras valentías, y que nunca más nos sea indiferente ni lo ilegal ni lo injusto.
Que no nos rindamos ante los linchamientos y las persecuciones de los políticos que nos linchan, nos mienten, nos roban y nos matan.
Los sinaloenses lo necesitan y cada vez son más los que nos lo reclaman.
No permitamos que triunfen quienes quieren imponer una prensa aplaudidora y servil a sus intereses particulares y de grupo.
Como siempre, con mi mejor buena fe y con la reiteración de mis disculpas para quienes se puedan sentir ofendidos.
Un abrazo afectuoso para todos mis amigos periodistas.
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