La falsa humanidad mostrada por el presidente de México, en relación al cateo que ordenó la gobernadora Layda Sansores para denostar al presidente del PRI nacional Alito Moreno Cárdenas, y la publicación de nuevos audios donde Alito se lanza en contra de los empresarios de nuestro País, es una farsa orquestada desde Palacio nacional y eso lo sabemos los que tenemos un puñito de inteligencia.
En México nada se mueve sin la orden del presidente.
El encargado de fusilar a los contrarios es el Secretario de Gobernación y el fiscal General de México y los Fiscales estatales cumplen sin oponer reparos con la voluntad del que ocupa la presidencia.
Las hojas de los árboles no se mueven sin el consentimiento del tabasqueño y solamente los de escasa inteligencia pueden creer lo contrario.
Alito está condenado al paredón y solo un milagro lo salvará de ser fusilado por las huestes de la cuarta transformación.
La evidencia que sigue surgiendo revela su verdadera personalidad y le acarrea numerosos nuevos enemigos y de mucho poder político y económico.
Gobernación federal es la encargada de grabar conversaciones y las suelta cuando así conviene a los intereses de la nación o del presidente en turno.
Alito ya no es parte del engranaje de Andrés Manuel y será tirado a la basura como un desecho más y muy estorboso.
La pelos colorados de Campeche sigue en todo a las órdenes del jefe supremo y con su programa televisivo frie en aceite hirviendo la humanidad del que la antecedió como Gobernador.
No aprenden los políticos que no deben de sostener conversaciones comprometedoras a través del teléfono.
Una y otra vez los ponen en el banquillo de los acusados por causas de grabaciones telefónicas y siguen tropezando con la misma piedra.
Miguel Ángel Osorio Chong y sus aliados felices por lo que saca la Leyda Sansores y esta vez creo que tendrán éxito cuando le pidan la renuncia al acabado Alito.
Es muy popular decir:
“Enfrentarse a Andrés Manuel, es cabrón, y el que no
Lo crea, es más”.
Desde Palacio Nacional hacen pedazos a cualquiera.
Los ciudadanos comunes estamos indefensos ante el supremo poder.
Una cuantas voces de fuego se escuchan en la nación, pero son los que están blindados y otros que no tienen miedo a lo que les pueda pasar.
En mi caso, evito meterme con la narco delincuencia organizada y dejo que los que escriben la nota roja se encarguen de ello.
Pasear por las calles, dentro de un ataúd en hombros de los compañeros periodistas no es cosa que me causa envidia.
Andar gritando frente a las dependencias oficiales no es cosa de mi agrado y siempre he sostenido que a los caídos los quisiera seguir viendo vivos.
Gritar pidiendo justicia, es una manera de querer sobresalir, sabiendo en el fondo quienes son los verdaderos culpables.
Yo no me presto a manifestaciones de este tipo.
Me quedo en casa y triste por la muerte de los que conocí en las alegrías de la vida cotidiana.
Alito es un cadáver, por encargo y cortesía de la presidencia de México y como encargada de las pompas fúnebres la Gobernadora de Campeche.
No hay más.
Hasta mañana.
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