Nos quiere vender la idea, que gracias a su estrategia para combatir a la delincuencia organizada, México no se encuentra al borde del caos.
Anda negro, embárrate la cara de grasa, para que no vean que te pones blanco.
“Inga su madre”, que cinismo de bandolero con charola de primer mandatario que nos ha tocado vivir desde el 2018.
No es inútil, es lo que sigue de ese calificativo.
Cumplirá cuatro años viviendo en palacio Nacional, sin más historia que presentarnos a un ser cargado de amargura y de ignorancia supina.
Algo grande debemos los mexicanos a Dios.
De otra manera, no me explico que se ensañe con nosotros y nos aplique el horroroso destino de padecer un gobierno que nos avergüenza y nos daña.
Ridículo, a más no poder.
Terco como la peor mula de la creación.
Descendiente directo del cuadrúpedo que se negó a rendir adoración al que nació en belén para ser sacrificado por los romanos.
No se escapará a la justicia terrenal.
Las huestes de Joe Biden le forman su expediente. Tarde que temprano rendirá cuentas por ser un amafiado con la delincuencia organizada.
No lo decimos nosotros, con sus accionares se pone la franela que lo marca como delincuente.
Se niega a combatir a los malos y castiga a los buenos.
Su mística, adoración fraterna a los que empuñan las armas para dominar el territorio mexicano, pitorreándose de las autoridades y llenándolas de cieno y vergüenza ante los ojos de todos nosotros.
Pobrecitos, son seres humanos que merecen todo su respeto. Le vale madre que diariamente llenen nuestro suelo con la sangre de toda clase de mexicanos que se les atraviesen en sus actividades.
Les da igual matar mujeres y niños y no respetan la casa de Dios y hasta ahí llegan para ejecutar sacerdotes.
Es lo peor que hemos tenido de presidente.
Autoritario y malvado.
Ignorante y miedoso.
Su perversidad trasciende las fronteras. No habrá la manera de que pueda librar en su momento el juicio de las autoridades vecinas y el de la historia entre la ciudadanía que padecemos sus tonteras.
Ya acábate sexenio.
Piedad para los oprimidos.
Que giren a mayor velocidad los engranes de la rueda del tiempo y nos transporte al 2024 para librarnos de esta alimaña.
Lo que vega, no podrá ser peor que esta infamia.
Es lo que espero, y ruego a mi Dios que ya no nos flagele con el látigo del dueño del rancho la chingada.
Son muchos azotes en la espalda y ya no soportamos el castigo.
Hasta mañana.
Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/fax-del-fax/.