Sobre el Camino

Rubén Rocha Moya: gobernador orgánico

Pasar de catedrático a rector, de funcionario a asesor, se convierte primero en senador y luego a gobernador. Rubén Rocha Moya a lidiado con la derecha y la izquierda, sin embargo, lo difícil fue continuar y sostenerse en la vida pública, sin reflectores, pero siempre esperando las circunstancias que el pasado 6 de junio de 2021 se cristalizó su sueño, ser gobernador de Sinaloa.

La conocida expresión del gobernador sinaloense se ha discutido mucho en la opinión pública, esa y otros lenguajes políticos de la Cuarta Transformación dicen mucho del cambio ideológico que vive la izquierda sinaloense a partir del 2018.

La fórmula intelectual se ha vuelto peyorativa en el habla de la izquierda sinaloense, pues la razón es simple, en ese uso de la nueva lengua política, como sinónimo de intelectual oficial del antiguo régimen. No del intelectual oficial del largo periodo del partido casi único del país, sino también, a mi juicio participaban en la legitimización de grupos dominantes ante la sociedad civil.

Rubén Rocha Moya es un hombre pragmático, pues tuvo que sostenerse pese a la dura prueba de fuego político de la derecha, pero siempre pensando en la oportunidad que la política le atribuía, como piensan muchos, el término intelectual orgánico únicamente a aquel que hace causa común con la clase obrera –también hablaba de intelectuales orgánicos– su idea del “intelectual tradicional” sí estaba específicamente ligada al orden moderno o capitalista. La modernidad, sobre todo, había producido una autonomía de la esfera cultural, a través de la cual los letrados cimentaban simbólicamente un cambio radical de ideas.

Rocha Moya, el intelectual tradicional se caracteriza por reclamar constantemente su autonomía y su singularidad. Un gesto que es perfectamente reconocible en la tradición del intelectual público de la era del partido. Lo característico de ese tipo de intelectual es que, desde una mayor o menor dependencia del poder, cumple un rol, no de legitimación, sino de crítica del sistema político sinaloense.

Sinaloa ya ha sufrido alternancias de poder cuyo gobierno pagaba a sus intelectuales para que criticaran cualquier sobresalto, sin embargo, hoy, por lo visto, esa práctica es mal vista, pues entonces, esa es la razón por la que este estado se convirtió en refugio de tantos intelectuales socialistas exiliados.

El papel activo del Estado en la política cultural y educativa, en el desarrollo de las ciencias sociales y en la dilatación de la esfera pública por medio de revistas y periódicos es una herencia positiva de la Revolución mexicana que, por fortuna, sobrevivió al desarrollo estabilizador y a las políticas económicas de signo contrario, que se implementaron a partir de los 80. No solo por aquel giro de la política económica, también por el proceso mismo de la transición, la relación del intelectual con el poder cambió.

Algo intrigante en el uso del concepto de un “gobernador orgánico” por la 4T es que invierte los términos. Dado que el nuevo gobierno se asume como un proyecto de izquierda, sería más lógico que identificara a sus críticos y llamara a sus partidarios en el sector cultural, académico y mediático como “intelectuales tradicionales”. En resumidas cuentas, los que dicen formar parte orgánica, no autónoma, del pueblo cuyos intereses aspira a representar el nuevo gobierno.

Esa ambivalencia del nuevo lenguaje del poder está relacionada con otra que ya señalamos aquí: el hecho de que la ideología de la 4T se define como liberal, no como nacionalista revolucionaria o socialista. Si el nuevo régimen en Sinaloa y en gran parte del país es liberal y el viejo era conservador o neoliberal, entonces no es tan extraño que a los intelectuales como el hoy gobernador se les pueda acuñar como un gobernante “orgánico” y pragmático. Pero al no llamar orgánicos a sus propios intelectuales de la 4T, el gobernador, Rubén Rocha Moya, parece remitirlos a un nuevo cambio menos radical.

GOTITAS DE AGUA: 

Una subordinación que, esta vez, podría prescindir no solo del protocolo de la autonomía sino de la crítica pública, que el propio jefe del tercer piso considere necesario para los intelectuales orgánicos socialistas. Esa inhibición de la crítica actuaría también contra el llamado del gobernador sinaloense y sus subordinados a abandonar la neutralidad y el academicismo en la esfera pública y el campo intelectual. El nuevo gobernante orgánico sería, por tanto, un militante o algo muy parecido a lo que era una izquierda menos radical.

Rubén Rocha Moya gobierna Sinaloa, con aciertos y errores como cualquier ser humano, pero siempre con aptitud visionaria y abierta a los cambios. Ser proactivo y buen administrador. Ser capaz y estar orientado a logros. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…

 

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/sobre-el-camino/

Benjamín Bojórquez Olea

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