Checo Pérez gana el gran premio de Mónaco y festejó en grande con sus compañeros de escudería. Con inmensa alegría compartió su triunfo con Felipe Calderón y ambos cayeron a la alberca como parte de la celebración.
Las tripas de Andrés Manuel López Obrador se le hicieron nudo, al presenciar a través de su televisor, que su más odiado enemigo le ganó el jalón en la felicitación a nuestro piloto mexicano.
Le taladra el cerebro al presidente que Felipe tenga estatura internacional y que siendo un ciudadano sin el poder de antaño lo eclipse.
Felipe Calderón no tiene responsabilidad de la notoria incapacidad para gobernar que presenta Andrés Manuel al mundo.
Cada quién en su tiempo responde por sus actos.
Nuestro presidente no quiere aceptarlo.
Lleva tres años en Palacio Nacional como inquilino y no puede mostrar el tamaño que necesita tener un presidente.
Tan de malas amaneció, que le ordenó a Mario Delgado para que presentara ante el Fiscal General de la Nación, acusación por traición a la patria a los que votaron en contra de la Reforma Eléctrica.
Quiere meter a la cárcel al grupo opositor de la Cámara de Diputados y que mejor que utilizar para sus fines al controvertido Alejandro Gertz Manero.
Gertz Manero está urgido del cariño de Andrés Manuel y no nos extrañaría que consigne a los Diputados federales ante un Juez de Distrito a modo.
Les valdrá madre que tengan o no tengan fuero.
Tampoco les importará hacer pedazos la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que protege a los legisladores de los caprichos caciquiles del presidente de México.
La monstruosidad ya se puso en marcha.
El Checo Pérez y Felipe Calderón son culpables por haber provocado el enojo del energúmeno de Palacio Nacional.
Se dieron abrazos a destajo y chapuzón de alberca que despertaron los celos de nuestro Emperador mexicano.
Tengan cuidado señores, no hagan enojar al tigre, que, para cobrar la afrenta, pretende desgarrar legisladores y vestirlos a rayas por traidores.
¿O quiere fusilarlos en el Zócalo?
Los desvaríos a la orden del día.
Me resisto a pensar que tenemos un presidente perturbado de sus facultades mentales y que pueda sumir al País en el caos.
Sigo teniendo la sospecha que encamina sus pasos rumbo a la dictadura. Que necesita tener el poder legislativo en sus manos para modificar la Constitución y no ceder el mando.
Es mucho atrevimiento el acusar a los legisladores federales de traición a la patria por no seguirlo en sus caprichos.
Nos muestra que es capaz de todo y que le valdrá gorro lo que piensen nuestros vecinos del norte.
¿Lo dejarán salirse con la suya?
Difícil, pero no imposible.
Hasta mañana.
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