Las gocé intensamente con Renato Vega, Juan S. Millán, Mario López Valdez y Quirino Ordaz Coppel.
Jesús Aguilar Padilla jamás me invitó.
Rubén Rocha Moya tampoco.
Se lucen con el grito los gobernadores.
Rocha Moya se resistió a la suspensión de la ceremonia y nos tiene convocados.
Pase lo que pase, habrá grito la noche del quince desde el balcón de Palacio de gobierno.
Todos los presidentes municipales tienen su propia ceremonia a excepción del de Culiacán.
Flota un aire de tensión.
No sabemos si la gente perderá el miedo y asistirá al festejo con la familia completa.
Cruzo los dedos para que nada pase.
No queremos que la desgracia nos marque.
No estaré presente.
No me llegó ninguna invitación para el tercer piso.
No quiere mi compañía el gobernador y no es cosa que me quite el sueño.
De todo corazón deseo que la ceremonia sea un éxito rotundo.
Que los asistentes gocen de la fiesta y que todo mundo regrese a sus hogares sanos y salvos.
El pueblo merece esparcimiento.
Es un año de temores por la guerra de Chapitos y Mayos.
Rubén Rocha Moya debe haber calculado los riesgos y decidió dar el grito.
Cayó en lunes el 15 de septiembre.
Y me viene a la mente que los lunes ni las gallinas ponen.
Así dice la gente.
Y yo también lo digo.
Consiguieron buenos artistas para deleitar a los asistentes.
Marisela será un gran espectáculo.
No le temblaron las piernas para venir a Culiacán.
Veré todo a través de la televisión.
Acostado en cama con toda la parafernalia de que me pueda rodear para gritar lo que marca el ritual del grito.
Viva México, viva México, se escuchará varias veces.
Se cierra con viva Sinaloa.
Luego la fiesta de luces que iluminan el espacio y el retumbar de los truenos de los cohetes.
Espero que haya felicidad.
Que nada empañe la ceremonia.
Suerte, ciudadano gobernador.
Se necesita en estos tiempos.
Hasta mañana.
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