Altoparlante

Dos opciones de “triunfo”

El presidente y su cuarta transformación tienen dos opciones de triunfo respecto de la reforma electoral presentada ayer ante el Congreso de la Unión.

La primera por supuesto es la de conseguir los votos suficientes para que la iniciativa sea aprobada, lo que no se ve fácil porque se requiere mayoría calificada y queda como antecedente el fracaso que tuvieron con la reforma eléctrica.

La cuarta transformación necesita sumar el voto a favor de poco más de medio centenar de diputados federales de oposición que hoy son denostados como traidores a la patria, y ninguna duda tenemos de que les ofrecerán muchos millones de pesos para que se vendan.

Ante lo complicado del plan principal, la opción B es la de “ganar” con el convencimiento de que los legisladores de oposición traicionaron otra vez al país y al pueblo.

El atole de que PAN, PRI, PRD y Movimiento Ciudadano están contra los mexicanos, y deben ser castigados en las urnas.

Por eso habrá una intensa campaña nacional en la que se enfatizarán los propósitos de que con un presupuesto “austero” exista una “verdadera” democracia, con consejeros y magistrados electorales electos directamente en una elección constitucional con el voto directo de los ciudadanos.

Con el pequeño pero muy importante detalle de que todos esos candidatos serán propuestos por el presidente y por sus incondicionales.

Si la reforma pasa, todos los consejeros y los magistrados electorales estarían al servicio de López Obrador o de su sucesor, y resolverían siempre con “lo que usted diga, señor presidente”.

Se plantea también la federalización electoral con la desaparición de los institutos y los tribunales estatales, para que el nuevo instituto nacional controle de manera absoluta la organización de los comicios desde alcaldes hasta presidente de la república, y que lo mismo suceda con el nuevo tribunal en lo que a la calificación corresponde.

La iniciativa contempla además eliminar los diputados y senadores plurinominales, y una reducción importante de diputados locales en toda la república, dejando también a los de pura mayoría relativa con el obvio propósito de favorecer el control del partido dominante y una mayor probabilidad de obtener las tan necesarias mayorías calificadas.

Es a todas luces una iniciativa que de aprobarse nos llevaría a la formalización de la dictadura que en muchos aspectos ya estamos viviendo.

Imagínese usted de lo que serían capaz los rufianes de la cuarta transformación.

Quizás ni les haya caído el veinte de la reciente y muy clara advertencia de la DEA gringa, o ni les importe pactar nuevas narco elecciones para burlarse de nuevo de la voluntad popular.

La desmedida ambición del loco que desgobierna al país obliga a que todos los partidos de oposición se unan como uno solo no solamente para impedir que esta reforma sea aprobada sino también para evitar que la farsa disfrazada de esperanza obtenga nuevos espacios de poder político desde los que sin duda alguna seguirían destruyendo al país y a los mexicanos.

No basta con impedir que funcione el plan A; es importantísimo hacer que fracase también la segunda opción del tirano macuspano.

Partida
Juan Manuel Partida Valdez

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