Con la novedad de que el crimen ahora reparte balazos contra el gobierno.
Ayer por la mañana, otros dos asesinatos que en este caso fueron de altos funcionarios del gobierno de la Ciudad de México.
Han sido varios los atentados criminales en las últimas semanas.
En algunos casos candidatos, en otros exalcaldes o exlegisladores.
Algo raro está pasando, porque lo normal han sido los abrazos entre las autoridades y los criminales.
Los asesinatos de ayer son un desafío abierto contra el gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo.
Colaboradores cercanos de la jefa de gobierno Clara Brugada, quien tras un encargado provisional sucedió en el cargo ni más ni menos que a la hoy presidenta de la república.
Fue un ataque directo.
Nada de intento de asalto o cosa que se parezca.
Para no variar, la promesa oficial de que estos crímenes no quedarán impunes.
Lo mismo nos dijeron sobre el agente federal investigador asesinado en Culiacán.
Omar García Harfuch prometió castigar a los responsables, y nada pescadito.
El de ayer parece un asesinato político y con mensaje.
Sobre todo porque se trata de gente cercana a la presidenta.
Como si los criminales recordaran la contundencia con que Donald Trump se refirió a doña Claudia.
“Le tiene tanto miedo a los cárteles que ni siquiera puede pensar con claridad”.
Una acusación tremendamente clara de parte del presidente de los Estados Unidos.
Y lo que es peor, una verdad irrefutable.
Todo el país sufre un intenso crecimiento de la violencia y de la delincuencia, mientras el gobierno nos presume sus otros datos llenos de falsedades, mentiras y montajes.
Sinaloa es un ejemplo muy claro, con una narco guerra que está por cumplir ocho meses y medio.
Claudia Sheinbaum enfrenta por un lado las presiones y exigencias del gobierno norteamericano.
Por el otro, el crimen organizado que exige que los abrazos oficiales sean permanentes.
No puede haber término medio: o Sheinbaum cumple con Trump y traiciona a los narcos, o se burla de míster Donald para continuar protegiendo a sus socios del crimen organizado.
¿ALGÚN NOROÑA QUE DEMANDE A PARTIDA?
Permítame el lector confesar que me dio mucha envidia que el imbañable Gerardo Fernández Noroña demandara formalmente a un ciudadano que se atrevió a denostarlo en un aeropuerto.
Quien esto escribe ha recibido muchas amenazas de ser acusado formalmente, la última por parte de Wilfrido Ibarra durante una reunión en Derechos Humanos.
Quizá ya lo hizo la diva de Radio UAS, que ha difamado y atacado a muchos sin descanso pero como niña se tira al suelo a llorar cuando alguien se atreve a responderle.
Con una importante diferencia frente a lo que sucedió con el demandado por el senador Noroña.
En mi caso no habrá disculpas, sino confirmación de mis dichos contra los señalados.
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