Al igual que los autos me recuerdan que me cuide por no haber refacciones en el mercado,
Me trajo buena vibra ese saludo y les diré que soy un Ford 45 con suspensión muy dura y motor de ocho cilindros.
Para correr fui modificado para alcanzar los quinientos caballos de fuerza y alcanzar velocidades de más de doscientos kilómetros en fracción de segundos.
Así que, tengo buena maquina y mejor carrocería.
No me digan cuando tuve ese sueño porque soy capaz de ofenderme.
Fui propietario de un auto Chevrolet 1952,
De una camioneta Chevrolet 1952.
De una cheyene 1978.
En estos tiempos sería un lujo que me envidiarían bastante si los conservara.
Uno quedó en Culiacán en manos de un juez ladrón, pero no ratero, que se vendió solo el auto Chevrolet 1952 y me mandó el dinero y no pude negarme.
El Lic. Pineda es juez Jubilado y de mucha estimación.
La camioneta Chevrolet 1952 se la obsequié a un agricultor de Juan José Ríos que en ocasiones andaba boyante y en esa ocasión muy tronado.
No tengo idea si vive o muere pero es o fue un gran amigo.
La Cheyene 1978 quedó en manos de una persona que abrió las puertas de su casa y
me dio cobijo cuando necesite de su apoyo.
Ya fallecido por cierto.
Pero me considero Ford 45.
Son de uso rudo y muy aguantadores.
Fui también propietario de un Ford Falcon modelo 1965 que lo cuidé como si fuera la niña de mis ojos y lloré cuando se fue de mis manos.
Volaba por las carreteras y jamás quedó mal.
Los adquirentes realizaron un viaje a Guatemala en los días del traspaso y me hicieron saber del hermoso rendimiento y las satisfacciones que les dio durante el largo trayecto.
De los autos modernos de mi propiedad han sido Toyota y Mazda.
Mi FJ CROUSIER es otro de mis grandes recuerdos y con él anduve toda la campaña de Malova repartiendo de norte a sur su publicidad.
Muy buenos recuerdos de la camioneta.
Pero sigo pensando que soy un Ford 45.
Por los años aún guardo cierta distinción y respeto de los modelos recientes.
Soy un clásico y orgulloso de ello.
En ocasiones me reúno con modelos más antiguos que lucen de la mejor manera y no desmerezco al convivir con otros clásicos.
Así paso la vida exhibiéndome por las calles de Culiacán y esperando un día poder salir con libertad por las carreteras de Sinaloa.
Lo repito con orgullo:
Soy un Ford 45.
Nunca desvielado.
Y sin ruidos de carrocería.
Fabuloso modelo.
A mucho orgullo.
Hasta mañana.
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